sábado, 26 de febrero de 2011

Glaciar partido por el terremoto en Nueva Zelanda

Otra estupidez juvenil. Félix de Azúa.


Hubo una época, ahora ya incomprensible, en la que los mejores cerebros de mi generación eran maoístas, o sea, seguidores del camarada Mao Tse Tung, lo que da una idea del alto nivel generacional. Eran maoístas Piqué (el millonario), Borja (el que lleva mil trescientos años en el Ayuntamiento de Barcelona), Vila Matas (el gran artista), Hernández (esta era del cine), en fin, muchos... y yo incluido, qué le vamos a hacer.
Nos habían seducido los de la revista parisina Tel Quel, cuya cabeza visible era un mentecato que luego se pasó al marketing de sí mismo con notable éxito, y sobre todo el viejo Jean-Paul Sartre, el maoísta más raro que se ha visto en la faz de la tierra. ¿Por qué era maoísta aquel pequeño burgués de ideas reaccionarias y prácticas perversas? Nadie lo ha explicado aún, ni amigo ni enemigo.

Los maoístas de Barcelona fracasamos con marmórea rotundidad, lo que es una pena porque ahora tendríamos un gobierno dirigido por Ar Tur Mas, faro del orbe, rapado al cero, con uniforme de alzacuello. Los días señalados le veríamos agitar desde lo alto de Montserrat "el llivre cuatribarrat del camarada Mas". Todos los demás nos dedicaríamos a tareas agrícolas, lo que nos ahorraría muchos quebraderos de cabeza.

El caso es que aquella enfermedad juvenil del maoísmo a mi me la curó de la noche a la mañana un libro titulado Les habits neufs du président Mao, o sea, Los nuevos trajes del presidente Mao. Lo había comprado con mucho optimismo porque creí que iba a favor, pero en cuanto comencé a leerlo me percaté de que era la más despiadada, salvaje e inteligente destrucción de alguien a quien a partir de aquella lectura di en ver como un payaso carnicero. En realidad eran dos los payasos, el presidente Mao y yo, el texto no dejaba resquicio a la duda. El autor del panfleto, Simon Leys, era el tipo más inteligente con el que yo me había cruzado aquel año de 1971 y los diez anteriores.

Leys siguió publicando libros agudos, brillantes, dotados de una ironía incisiva y los fui devorando todos. Bueno, todos no, porque Leys en su vida real se llama Pierre Ryckmans y es un sinólogo de prestigio mundial así que, por ejemplo, no he leído sus trabajos sobre los Analecta de Confucio. Aquel mismo año de 1971 se instalaría en Australia para el resto de su vida, y de esto hace cuatro décadas. En la actualidad cuenta casi ochenta años y la admirable editorial Acantilado acaba de traducir uno de sus últimos libros, La felicidad de los pececillos. Parece un libro humilde porque recoge colaboraciones que Leys ha ido publicando en revistas y periódicos, pero es puro ingenio y lo recomiendo como perfecta lectura en el metro.

Les copio un fragmento. En un artículo sobre frases célebres pronunciadas en el instante de la muerte, escribe: "Pero las palabras finales más lamentables son las de Pancho Villa. Cogido por sorpresa en el momento de su ejecución, suplicó a un periodista que se encontraba allí presente: "¡No deje que esto acabe así! ¡Escriba usted que he dicho algo!". Pero el periodista, en lugar de inventar, como era su costumbre, se limitó a referir esta falta de inspiración en toda su crudeza. ¡Como para fiarse de los periodistas!".

Uno imagina a Pancho Villa maldiciendo al periodista y a la madre del periodista, hundiéndose tras cada blasfemia en lo cada vez más profundo del infierno.
Félix de Azúa
Publicado el 9 de febrero de 2011.

viernes, 25 de febrero de 2011

Brits 2011

La piazza Navona de Gaspar van Wittel.






La Piazza Navona de la Colección de Carmen Thyssen-Bornemisza, está representada con la actividad normal de un día cualquiera de mercado donde los campesinos han tomado el espacio para colocar sus tenderetes y ofrecer a los viandantes su mercancía procedente de los huertos próximos a Roma. Junto a ellos los comerciantes, ampliamente representados en los laterales, han abierto sus negocios con el mismo objetivo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El Hermitage y el Prado

El State Hermitage Museum, el Museo del Prado y la Sociedad Estatal de Acción Cultural han firmado un convenio de colaboración para la celebración de las exposiciones 'El Prado en el Hermitage' y 'Tesoros del Hermitage' que se presentarán este año en San Petersburgo y Madrid, respectivamente, en el marco del programa del Año Dual España - Rusia 2011.
Este intercambio de colecciones sin precedentes entre ambas instituciones y que se materializará en la celebración de dos grandes muestras representativas de la variedad, calidad y amplitud de las colecciones de estos dos grandes museos.
La primera, El Prado en el Hermitage (25 de febrero – 29 de mayo de 2011), presentará en San Petersburgo un conjunto de sesenta y seis pinturas de las escuelas española, italiana y flamenca que permitirán a la sociedad rusa admirar la importancia histórica y artística de la colección del museo español. A finales de año, será el Prado el que presentará los Tesoros del Hermitage (8 de noviembre de 2011 – 26 de marzo de 2012) a través de ciento setenta obras -incluidas piezas arqueológicas, objetos de artes decorativas, pinturas, esculturas y dibujos- del museo ruso que mostrarán la variedad y amplitud de sus colecciones desde el siglo V a.C. hasta el siglo XX.
http://www.museodelprado.es/exposiciones/info/fuera-del-museo/el-prado-en-el-hermitage/
http://www.museodelprado.es/exposiciones/info/en-el-museo/tesoros-del-hermitage/

lunes, 21 de febrero de 2011

Caza con reclamo. Francisco de Goya


Puesto de caza con reclamo de dos pájaros enjaulados, un perro agazapado y una red sobre el árbol que enmarca el grupo.

El estudio de las aves y del perro, así como de la mata en primer término, revelan el interés de Goya por la flora y la fauna, que pinta con precisión. El mochuelo, ave nocturna, muy parecida al búho que Goya utiliza en sus dibujos y aguafuertes como personificación de fuerzas maléficas, aparece aquí representado, dando la impresión de animal disecado, más que de un estudio del natural.


Museo Nacional del Prado

Las ciudades invisibles.

No es que Kublai Kan crea en todo lo que dice Marco Polo cuando le describe las ciudades que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus mensajeros o exploradores. En la vida de los emperadores hay un momento que sucede al orgullo por la amplitud desmesurada de los territorios que hemos conquistado, a la melancolía y al alivio de saber que pronto renunciaremos a conocerlos y a comprenderlos; una sensación como de vacío que nos acomete una noche junto con el olor de los elefantes después de la lluvia y de la ceniza de sándalo que se enfría en los braseros; un vértigo que hace temblar los ríos y las montañas historiados en la leonada grupa de los planisferios, enrolla uno sobre otro los despachos que anuncian el derrumbarse de los últimos ejércitos enemigos de derrota en derrota y resquebraja el lacre de los sellos de reyes a quienes jamás hemos oído nombrar, que imploran la protección de nuestras huestes triunfantes a cambio de tributos anuales en metales preciosos, cueros curtidos y caparazones de tortuga; es el momento desesperado en que se descubre que ese imperio que nos había parecido la suma de todas las maravillas es una destrucción sin fin ni forma, que su corrupción está demasiado gangrenada para que nuestro cetro pueda ponerle remedio, que el triunfo sobre los soberanos enemigos nos ha hecho herederos de su larga ruina. Sólo en los informes de Marco Polo, Kublai Kan conseguía discernir, a través de las murallas y las torres destinadas a desmoronarse, la filigrana de un diseño tan sutil que escapaba a la mordedura de las termitas.
Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas en lo alto de una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas a la vez sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices. "
(...)
El atlas del Gran Kan contiene también los mapas de las tierras prometidas visitadas con el pensamiento pero todavía no descubiertas o fundadas; la Nueva Atlántida, Utopía, la Ciudad del Sol, Océana, Tamoé, Armonía, New-Lanark, Icaria.
Pregunta Kublai a Marco:
—Tú que exploras en torno y ves los signos, sabrás decirme hacia cuál de estos futuros nos impulsan los vientos propicios.
—Para llegar a esos puertos no sabría trazar la ruta en la carta ni fijar la fecha de llegada. A veces me basta un escorzo abierto en mitad mismo de un paisaje incongruente, un aflorar de luces en la niebla, el diálogo de dos transeúntes que se encuentran en medio del trajín, para pensar que partiendo de allí juntaré pedazo a pedazo la ciudad perfecta, hecha de fragmentos mezclados con el resto, de instantes separados por intervalos, de señales que uno manda y no sabe quién las recibe. Si te digo que la ciudad a la cual tiende mi viaje es discontinua en el espacio y en el tiempo, ya más rala, ya más densa, no has de creer que se puede dejar de buscarla. Quizá mientras nosotros hablamos esta aflorando desparramada dentro de los confines de su imperio; puedo rastrearla, pero de la manera que te he dicho.
El Gran Kan estaba hojeando ya en su atlas los mapas de las ciudades que amenazan en las pesadillas y en las maldiciones: Enoch, Babilonia, Yahoo, Butua, Brave New World.
Dice:
—Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la entrada infernal, y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorbe la corriente.
Y Polo:
—El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
Las ciudades invisibles.
Italo Calvino

martes, 15 de febrero de 2011

Way down in the hole

Los creadores de la serie The Wire se impusieron una serie de reglas para la utilización de música. Para empezar, la introducción de cada una de las temporadas utiliza una versión diferente del clásico de Tom Waits, 'Way Down In The Hole'. Y, más importante aún, las canciones que escucha el espectador siempre suenan (salvo contadas excepciones) dentro de la acción: en la radio de un coche patrulla, en la gramola de un bar, en los altavoces de un gimnasio o cuando uno de los gánsters sube el sonido de su radiocasete para que ningún oído furtivo escuche una conversación sobre asuntos turbios.

Versión de la primera temporada

domingo, 13 de febrero de 2011

Isabel monta a Fernando

Con razón me considerarán un pesado, pero siempre aduciré en mi descargo la vieja excusa infantil: “Yo no he empezado”. Si la realidad es insistente y pelma, además de con frecuencia imbécil, hay que salirle al paso una y otra vez, porque los que la manipulan son tan tenaces –parece que les sobre el tiempo, o que lo dediquen todo a una sola causa– que, en cuanto nos cansemos quienes les contestamos y dejemos de hacerlo, aquéllos impondrán sus memeces como una apisonadora. Leo en una columna de mi colega Pérez-Reverte que la Junta de Andalucía, a través de sus consejerías de Medio Ambiente, Presidencia, Igualdad y Hacienda –cuatro, nada menos, han de estar bien ociosas–, publica una guía de 71 páginas para propiciar “el conocimiento de la perspectiva ecofeminista y potenciar el lenguaje periodístico desde una perspectiva de género medioambiental”. Al redactor o redactora de semejante galimatías habría que enviarlo de vuelta a la escuela, o, mejor, deportarlo. Bueno, ya pueden imaginar de qué va la guía, apenas distinta de las directrices que hace unos años soltó Comisiones Obreras y de las que proliferan aquí y allá: que no se diga “los alumnos” sino “el alumnado”, ni “actor” sino “persona que actúa”, ni siquiera “futbolistas”, que termina en “as”, sino “quienes juegan al fútbol”. Ya lo saben los periodistas deportivos: en aras de las perspectivas “ecofeminista” y “de género medioambiental”, nada de escribir “Los futbolistas del Barça”, sino siempre, y machaconamente, “quienes juegan al fútbol del Barça”. Amenas crónicas íbamos a leer.

Pero lo mejor ya lo señalaba Pérez-Reverte (no me parece justo que no se enteren los lectores de El País Semanal). A partir de ahora, a la “infancia” andaluza se le escamoteará la famosa frase atribuida a la madre de Boabdil al perder éste Granada en 1492, ya se acuerdan: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Aquella madre era una machista del copón, y no la disculpan ni la época en que vivió ni que por entonces las mujeres no guerrearan –salvo excepción– ni nada de nada. Así que se censura lo que la leyenda o la poesía popular dicen que dijo, y se sustituye por la siguiente frase, sosa e inexacta a más no poder: “No llores, pues no tienes motivos para ello”. Hombre, motivos no le faltaban, acababa de perder su reino y lo habían largado al exilio, y con él a muchos de sus súbditos. Nada, la guía ni siquiera se ha preocupado de buscar un equivalente más sonoro y lucido: podían haber suprimido lo del hombre y la mujer y haberlo dejado al menos en “No llores ahora lo que no supiste defender”. No sé, lo de “defender” algo les debe de haber resultado sospechoso a las cuatro consejerías, quizá poco medioambiental.

Si la cosa se limitara a Andalucía… No, señor, en las mismas fechas nos enteramos de que un editor estadounidense ha decidido reeditar Huckleberry Finn, de Mark Twain, sustituyendo la palabra despectiva “nigger”, que los personajes del siglo XIX emplean, por “esclavo”, y la más bien humorística “injun” (transcripción de una determinada pronunciación de “indian”) por no sé bien qué, seguramente por “americano nativo”, que es como ahora exige el espíritu censor que se denomine a comanches, siux, cheyenes y demás. Lo peor de todas estas iniciativas no es su ridiculez intrínseca, sino el ánimo que subyace a ellas, y que no es otro que el de mentir, falsear, ocultar, tergiversar, adulterar y censurar el pasado, la historia y la literatura. Ya que el pasado no fue como debería haber sido ni como el presente que aspiramos a instaurar, vamos a falsificarlo sin más. Tiene gracia que alguien como Tarantino, en sus Malditos bastardos, se invente el ametrallamiento de Hitler a manos de un comando judío: es una ficción y todo el mundo sabe –o eso creo, aún– que las cosas no sucedieron así, que Hitler duró más de la cuenta y que le dio tiempo a exterminar a seis millones de judíos sin que ninguno de ellos pudiera soñar ni con tocarle un pelo. Pero si en los colegios se enseñara en serio lo que cuenta Tarantino en su farsa, supongo –supongo– que la gente pondría el grito en el cielo. Pues eso es, nada menos, lo que pretenden la Junta andaluza y el reciente editor de Twain, sin que se les mueva un músculo; es más, orgullosos de su falseamiento. El espíritu es el mismo de Stalin, quien, como es sabido, hacía eliminar de las fotos a los antiguos camaradas según iban cayendo en desgracia, y junto a él era raro que no se cayera en desgracia –es decir, se fuera a Siberia o al paredón– antes o después. “No me gusta que se me vea con quien fue leal amigo pero ahora es un traidor”, pensaría Stalin; “alteremos el pasado, hagamos que el traidor nunca fuera otra cosa”. De la misma manera, estos nuevos puritanos inquisitoriales son capaces de reescribir la historia y la literatura enteras: “No nos gusta que Lady Macbeth, una mujer, instigara a su marido a asesinar. Vamos a convertirla en la que intentó disuadir al muy criminal”. “Lo de la evolución de las especies va contra la religión. Vamos a decir que Darwin es una leyenda urbana, que jamás existió”. “Es intolerable que Don Quijote tuviera escudero, menudo clasismo. Convirtamos a Sancho en otro hidalgo, para que se traten de igual a igual”. “Y eso de ‘Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando’, nada, ni hablar, no es igualitario porque todos sabemos que la lista era ella y hay discriminación a favor del varón. A partir de ahora, ‘Isabel monta a Fernando’, que es mucho más ecofeminista y de género medioambiental”.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 13 de febrero de 2011

Creer que nos traicionamos si no mantenemos esa idea que nos acompañó durante tantos años, nos fue fiel, la mantuvimos, engordamos y justificamos con actos estúpidos (perdiendo en el camino a esas personas, sólo por no dar nuestro brazo a torcer ante nosotros, ante los otros); pero más traición es negarnos sentimientos por esa idea que ya no tiene validez, porque no somos lo que soñamos un día. Evolucionar y aprender a aceptar nuestros cambios es vivir, avanzar. El orgullo y la necedad envenenan nuestras vidas. No sirve decir soy así, ahora y siempre y sentir en lo más profundo algo diferente.

Los enamoramientos.


El próximo 6 de abril saldrá a venta la nueva novela de Javier Marías, titulada Los enamoramientos. Saldrá a la venta cuando se cumplen 40 años de la publicación de su primera obra, Los dominios del lobo, que lanzó con tan sólo 19 años y que Alfaguara también recupera ahora en una nueva edición.

Según explica Javier Marías, Los enamoramientos “se trata de una historia sencilla y de una novela bastante menos sencilla, por no decir compleja, aunque mucho menos que Tu rostro mañana. Como el título indica, habla del estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso ‘redentor’ a veces, tanto que ese estado parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades”.

Además Marías precisa que en Los enamoramientos también se habla sobre “la impunidad, y sobre la horrible fuerza de los hechos; y sobre la inconveniencia de que los muertos puedan volver”.

Los enamoramientos es la primera novela de Javier Marías después de Tu rostro mañana, considerada por gran parte de la crítica nacional e internacional como la obra cumbre de su carrera literaria.

“Al terminar las 1.600 páginas de Tu rostro mañana, dudé seriamente que volviera a escribir otra novela. Así que esta la empecé con mucha modestia y con cierta desconfianza, por no decir escepticismo. ¿Tengo algo más que añadir , en el campo de la novela?, me preguntaba. Luego, poco a poco, descubre uno que sí, que siempre hay asuntos que uno nunca ha tratado, historias nuevas que se han ido condensando en su imaginación y que cristalizan en la escritura. ‘Quizá no me había agotado del todo’, pienso con esperanza”, explica el autor.

Javier Marías (Madrid, 1951) es autor de Los dominios del lobo, Travesía del horizonte, El monarca del tiempo, El siglo, El hombre sentimental (Premio Ennio Flaiano), Todas las almas (Premio Ciudad de Barcelona), Corazón tan blanco (Premio de la Crítica, Prix lOeil et la Lettre, IMPAC Dublin Literary Award), Mañana en la batalla piensa en mí (Premio Fastenrath, Premio Rómulo Gallegos, Prix Femina Étranger, Premio Mondello Città di Palermo), Negra espalda del tiempo, Tu rostro mañana, Fiebre y lanza (Premio Salambó), Baile y sueño, Veneno y sombra y adiós.

Fue profesor en la Universidad de Oxford, y en la Complutense de Madrid. Sus obras se han publicado en cuarenta lenguas y en cincuenta países, con seis millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Es miembro de la Real Academia Española.

jueves, 10 de febrero de 2011

La fuente de la Corona. Chicago






Esta pieza interactiva es obra del artista español Jaume Plensa y quiere representar una meditación sobre la sensualidad del agua y la luz.

miércoles, 9 de febrero de 2011

With Or Without You-U2

84,Charing Cross Road. Helen Hanff.


A "sus amigos del 84 de Charing Cross Road"

La Antología del aficionado a los libros salió del embalaje con su encuadernación de piel con estampaciones en oro y sus cantos dorados: es, sin lugar a dudas, el libro más hermoso que poseo, incluida mi primera edición de Newman. Parece tan nuevo y tan flamante como si nadie lo hubiera hojeado nunca, pero alguien lo ha leído: se abre espontáneamente por sus pasajes más bellos, y el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos que jamás he leído antes. Como la descripción que hace Tristam Shandy de la notable biblioteca de su padre, que "contenía todos los libros y tratados escritos sobre el tema de las grandes narices" (¡Frank, consígueme un Tristam Shandy!)

No me parece que éste sea un intercambio de regalos de Navidad muy equitativo. Vosotros os comeréis el vuestro en una semana y antes del día de Año Nuevo os quedaréis sin nada. Yo, en cambio, conservaré el mío hasta el día que me muera...y moriré feliz sabiendo que lo dejo detrás para que algún otro lo aprecie. Pienso marcarlo a conciencia con suaves indicaciones a lápiz, para atraer la atención de un amante de los libros aún por nacer sobre los mejores pasajes. Gracias a todos.


Querida Katherine:

Interrumpo la tarea de limpiar mis estanter´´ias y me siento en la alfombra, rodeada de libros por todas partes, para escribirte una letras y desearos un buen viaje. Espero que tú y Brian lo paséis muy bien en Londres. El otro día me preguntó por teléfono:"¿vendrías con nosotros si tuvieras dinero para el viaje?" y a mí se me saltaron las lágrimas.

Pero..no sé...tal vez sea mejor que nunca haya estado allí. Soñé tanto con ello y durante tantísimos años..Solía ir a ver películas inglesas sólo para familiarizarme con las calles. Recuerdo que años atrás un muchacho al que conocía me dijo que las personas que viajaban a Inglaterra encontraban exactamente lo que buscaban. Yo le dije que buscaría la Inglaterra de la literatura inglesa, y él asintió y me dijo: "Está allí".

Tal vez sea cierto, o tal vez no. Porque ahora, al mirar a mi alrededor en la alfombra, siento una certeza:está aquí.


Helene Hanff.

martes, 8 de febrero de 2011

Rihanna - Russian Roulette

Chardin en el Museo del Prado


El próximo 1 de marzo el Museo abrirá al público una exposición antológica dedicada a Jean Siméon Chardin (1699-1779), uno de los más relevantes exponentes de la pintura francesa del siglo XVIII del que en España, país en el que nunca se le ha dedicado una muestra, se conservan únicamente tres obras (todas ellas en el Museo Thyssen). Con 56 obras del artista, gran maestro del bodegón y de la pintura de género (escenas domésticas y familiares e imágenes de la infancia), reconocido por una visión intensamente poética de las cosas y un extraordinario virtuosismo pictórico, la exposición se presentará en Madrid, del 1 de marzo al 28 de mayo de 2011, tras su paso por el Palazzo dei Diamante de Ferrara como primera sede de la misma.

La producción de Chardin fue relativamente escasa por lo que organizar una exposición que refleje adecuadamente sus logros artísticos resulta ser un reto notable que el Prado tiene la fortuna de afrontar con Pierre Rosenberg, miembro de la Académie Française y director honorario del Louvre, como comisario y director del proyecto y como autor principal del catálogo. A su incuestionable autoridad como máximo experto sobre el artista, se suma la especial colaboración del Museo del

El catálogo científico de la exposición, con edición a cargo de Pierre Rosenberg, comisario de la misma, constará de textos sobre la vida de Chardin y fichas de cada obra firmados por el propio Rosenberg, además de un ensayo de Renaud Temperini, reconocido historiador del arte, sobre “Chardin y la pintura francesa del siglo XVIII”, junto con otro ensayo de Ángel González, historiador del arte y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, sobre “Chardin y sus críticos”. La publicación incluirá también una antología de textos sobre Chardin, una cronología del artista, y una relación de bibliografía especializada.

sábado, 5 de febrero de 2011

Un paseo por Lima con Mario Vargas Llosa


La Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PromPerú) ha incluido en su catálogo de Folletos de Viaje el volumen titulado La Lima de Vargas Llosa, del periodista Rafo León, una guía que recoge los escenarios de cuatro obras del Premio Nobel: “Día domingo” (del volumen de relatos Los jefes, 1959), La ciudad y los perros (1963), Los cachorros (1967) y Conversación en La Catedral (1969). Los fragmentos literarios se combinan con mapas y fotografías de la capital peruana.



Eric Clapton - Reptile (Live Video Version)