jueves, 31 de mayo de 2012

lunes, 28 de mayo de 2012

Los ojos de la guera. David Jiménez

Viajando por la frontera entre Tailandia y Burma me encontré una de las historias más duras de los últimos años. Ciegos y mutilados, guerrilleros del Ejército Karen viven abandonados en el campo de refugiados de Mae La. Comparten una única silla de ruedas y su única posibilidad de salir adelante es aprender un oficio como campesinos. Pero el programa que les estaba ayudando se ha quedado sin fondos y el refugio podría cerrar en cualquier momento. Os agradecería que compartierais su historia, para ayudar a conseguir la ayuda que mantendría el centro de veteranos abierto. 

Lo último que Maung Pu vio antes de quedarse ciego fue el destello de la guerra. Era 2009, apenas llevaba unos meses alistado y su unidad se encontraba cercada por minas en las junglas birmanas de la región Karen. "Intenté desactivar una de ellas, pero algo salió mal", dice el soldado al recordar el momento de la detonación. Perdió los dos brazos. La vista en ambos ojos. Maung Pu es hoy, con 22 años, el más joven de los 16 ex guerrilleros que malviven en una choza de bambú en el campo de refugiados de Mae La, en el lado tailandés de la frontera con Birmania.
Klo Say, un guerrillero de 44 años perdió la vista y una pierna en 1998. | D. J.
Klo Say, un guerrillero de 44 años perdió la vista y una pierna en 1998. | D. J.


Todos quedaron ciegos en el frente y la mayoría sufrieron la amputación de una o varias extremidades. Los más afortunados cuentan con improvisados bastones de guía que, acoplados a sus muñones, hacen a la vez de prótesis. La única silla de ruedas disponible es utilizada por turnos. "Nuestra situación es desesperada", asegura Winner, coordinador del centro de veteranos Care Villa. "Desde abril nos hemos quedado sin fondos".

Una vez considerados héroes por su lucha por la independencia del pueblo Karen, los heridos viven en el abandono tras haber dejado de ser útiles en el conflicto armado más largo del mundo, la guerra que desde hace seis décadas enfrenta a la guerrilla de esta etnia cristiana y al Gobierno birmano. No reciben pensión alguna y dependen de la caridad para sobrevivir. Lo único que les mantiene en pie es un pacto no escrito, sellado entre camaradas de armas y resumido por Maung Pu con dos palabras: "No rendirse".

"Es difícil encontrar a gente que necesite más ayuda y que, sin embargo, reciba menos"
Los veteranos han formado un coro de música, estudian inglés y se han unido a un innovador programa que trata de enseñarles el oficio de los campesinos que antaño solían ocultarles de los soldados birmanos, ofreciéndoles el rancho para continuar la lucha un día más. Los que mantienen la movilidad reciben cursos sobre cómo cosechar el arroz, pescar y cuidar de los animales. "Pienso en mis dos hijos (4 y 7 años) y saco fuerzas para aprender. Quiero que vean que su padre es capaz de mantenerles", asegura Saw Moo, un invidente de 33 años.

Los intentos de transformar a soldados que no han conocido más que la guerra en labradores han adquirido urgencia ante la perspectiva de la paz. La firma de un alto el fuego el pasado mes de enero y las conversaciones con el nuevo Gobierno aperturista de Birmania podrían suponer el regreso a casa de los 150.000 refugiados Karen hacinados en campos junto a la frontera. Guerrilleros ciegos como Klo Say admiten que esa posibilidad les provoca mayor temor de lo que solía hacer una emboscada en la jungla. El antiguo soldado del Ejército de Liberación Nacional Karen, de 44 años, perdió una pierna y las órbitas de los ojos por la explosión de un mortero en 1998. Desde entonces pasa las noches en vela en un camastro de bambú, retorciéndose por los dolores que le provoca la metralla que quedó incrustada en su cuerpo.
"¿Volver a qué?", se pregunta sentado sobre su catre, perdida la determinación que durante décadas llevó a guerrilleros como él a resistir las ofensivas de un Ejército 30 veces mayor. "No podemos ganarnos un sueldo o alimentar a los nuestros. En el campo de refugiados al menos nos dan un plato de arroz". La intención de los voluntarios del Care Villa de ofrecer una alternativa laboral a los veteranos ha chocado con la suspensión de la ayuda que venían recibiendo. Las ONG que trabajan en la zona han empezado a cortar su asistencia, buscando proyectos alternativos dentro de Birmania ahora que el país ha iniciado un proceso de reformas democráticas. La holandesa ZOA, encargada del programa de formación de los ex soldados en la agricultura, ha anunciado que suspenderá progresivamente todas sus actividades. Los intentos de lograr nuevos fondos han fracasado.
El reverendo baptista Simon Saw, que ayudó a fundar el hospicio en 2000, asegura que han pasado a depender de pequeñas donaciones privadas. "Es difícil encontrar a gente que necesite más ayuda y que, sin embargo, reciba menos", lamenta el religioso. En la cercana ciudad de Mae Sot, en la clínica Mae Tao, un cartel pegado a la entrada del taller encargado de fabricar prótesis recuerda por qué el centro que atiende a soldados como Maung Pu sigue siendo necesario. Escritos a mano, junto a su edad y fecha de ingreso, figuran los nombres de los últimos mutilados en la Guerra Más Larga.

domingo, 27 de mayo de 2012

Frases

"“En Italia, bajo el mandato de los Borgia, hubo 30 años de guerras, terror, muerte y derramamiento de sangre, pero mientras tanto surgieron Michelangelo, Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal durante 500 años de paz y democracia… ¿y qué produjeron? El reloj de cuco.”
(Harry Lime = Orson Welles en El tercer hombre).

Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras: inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.
Charles Baudelaire
 He visto horrores. Horrores que usted ha visto. Pero no me llame asesino. Tiene derecho a matarme. Tiene derecho a hacer eso. Pero no tiene derecho a juzgarme. No existen palabras… para describir lo que es necesario a aquellos que no saben qué es el horror. El horror…El horror tiene rostro. Tienes que hacerte amigo del horror. El horror y el terror moral son tus amigos. Si no lo son, entonces son enemigos terribles. Auténticos enemigos. Cuando estaba en las Fuerzas Especiales…parece que hace mil siglos…fuimos a un pueblo a vacunar a los niños. Nos marchamos después de vacunarlos contra la polio. Un viejo vino corriendo detrás de nosotros. Venia llorando. Regresamos al pueblo. Ellos habían venido y habían cortado todos los brazos vacunados. Estaban en un montón. Un montón de…bracitos. Y recuerdo que…que lloré. Lloré como…una abuela. Quería arrancarme los dientes. No sé que quería. Quiero recordarlo. No olvidarlo nunca. No quiero olvidar nunca. Y entonces comprendí. Como si me hubieran…como si me hubieran disparado una bala de diamante en la frente. Y pensé “Dios mío eso es puro genio”. Es genial. La voluntad…para hacer eso. Perfecto, genuino, completo, cristalino, puro. Y entonces comprendí que ellos eran mas fuertes que nosotros. No eran monstruos. Eran hombres. Tropas entrenadas. Hombres que luchaban con el corazón. Que tenían familia, hijos. Que estaban llenos de amor. Pero tenían la fuerza…la fuerza…para hacer eso. Si tuviera diez divisiones de hombres así, nuestros problemas se acabarían en poco tiempo. Necesitas hombres que sean morales, y que al mismo tiempo sean capaces de utilizar sus instintos primordiales para matar sin sentimiento, sin pasión, sin juzgar. Sin juzgar. Porque el juzgar es lo que nos derrota
Coronel Kurtz. Apocalypse Now Redux
No soy tan joven como para saberlo todo. Óscar Wilde

En asuntos de vital importancia, el estilo y no la sinceridad, es lo verdaderamente importante"
Óscar Wilde

sábado, 26 de mayo de 2012

Kiev


MiniLook Kiev from threeshot on Vimeo.


Vista de la ciudad ucraniana de Kiev fotografiada por Efim Graboy y Daria Turetski con la doble técnica de time lapse y tilt shift (objetivo descentrable) que le da un aspecto de miniatura

jueves, 24 de mayo de 2012

Reloj de Arena

Este es un vídeo filmado por Philip Andelman en la fabrica GlasKeller en la ciudad suiza de Basel. En él podemos ver todo el proceso de producción de un reloj de arena diseñado por Marc Newson para la marca de relojes Ikepod.

domingo, 20 de mayo de 2012

Venus. Pere Gimferrer

VENUS
Yo, que vivía como el arrayán
vive de ser él mismo, en la penumbra
de alfilerazos de la soledad,
en el jardín de las alegorías,
de las esfinges ciegas que enmudecen
cuando el silencio es más que el existir,
tan sólo el tornasol del viento herido,
tan sólo herida en lo tornasolado;
yo, que vivía como vive el álamo
por la noche en la cueva submarina
donde mis ojos son una escafandra
y a tientas saben descubrir tu cuerpo,
y a tientas saben describir tu cuerpo,
el tacto que los días tornasolan;
yo, que vivía como quien se afina
por ser hoja de álamo en el aire,
vivo ahora del aire de tu cuerpo,
y tu cuerpo me vuelve llamarada,
y empiezo a ser, y voy a ser, y soy
un arrayán cegado por la luz.

Pere Gimferrer

Poeta, traductor y crítico literario nacido en Barcelona en 1945.
Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona.
A la edad de dieciocho años publicó su primer libro «El mensaje del tetrarca». Su maestría precoz fue reconocida en 1966 con el Premio Nacional de Poesía, por su libro «Arde el mar», constituyéndose en uno de los poetas más importantes de su generación.
En 1985 ocupó la vacante dejada por Vicente Aleixandre en la Real Academia Española.
Obtuvo de nuevo el  Premio Nacional de Literatura en 1989, el Premio de Literatura Catalana, el
Premio Ciudad de Barcelona, el Premio Cavall Verb de la Asociación de Críticos Españoles y el Premio de la revista Serra d'Or.
En 1997 recibió el Premio  Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, en 1998 el
Premio Nacional de las Letras Españolas y en el año 2000 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

sábado, 19 de mayo de 2012

Antonio Machado


Pertenece a una carta que le escribe  al escritor ruso David Vigodsky (publicada en Hora de España, n.º IV, abril 1937):
En efecto, soy viejo y enfermo, aunque usted por su mucha bondad no quiera creerlo: viejo, porque paso de los sesenta, que son muchos años para un español; enfermo, porque las vísceras más importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente su función. Pienso, sin embargo, que hay algo en mí todavía poco solidario de mi ruina fisiológica, y que parece implicar salud y juventud de espíritu, si no es ello también otro signo de senilidad, de regreso a la feliz creencia en la dualidad de sustancias.
De todos modos, mi querido Vigodsky, me tiene usted del lado de la España joven y sana, de todo corazón al lado del pueblo, de todo corazón también enfrente de esas fuerzas negras –¡y tan negras!– a que usted alude en su carta.
En España lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos –nuestros barinas– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La demofilia es entre nosotros un deber elementalísimo de gratitud.


Antonio Machado pintado por Ramón Gaya

miércoles, 16 de mayo de 2012

Venga, nada es tan importante...


En esto creo (fragmento)

" Paul Morand, con quien compartí varias veces la piscina del Automobile Club de France en la Place de la Concorde, me decía que en su testamento había dejado dispuesto que su piel fuese utilizada como maleta a fin de seguir viajando eternamente. Venecia –o las Venecias, en plural- era una de las ciudades preferidas de este autonombrado “viudo de Europa”. Venecia, más que una ciudad, era para Morand la confidente de su alma silenciosa, el retrato de un hombre en mil Venecias diferentes. Yo, que viví medio año frente a la Chiesa de San Bastian decorada por Veronese en esa mitad de las Venecias que es el Dorsoduro, siento a la Venecia como una ciudad que requiere ausencias para conservar su gloria, que es la del asombro. Tenemos los humanos una capacidad constante para convertir la maravilla en la rutina. Cuando me di cuenta de que atravesaba San Marco sin mirar nada más que la punta de mis zapatos, me fui de la costumbre para recuperar el asombro y recordar y escribir a Venecia como la ciudad donde ninguna huella de pisadas queda sobre la piedra o el agua. En ese lugar de espejismos, no hay cabida para otro fantasma que el tiempo, y sus huellas son insensibles. La laguna desaparecería sin piedra que reflejar y la piedra sin aguas donde reflejarse. Poco pueden, he pensado, los cuerpos pasajeros de los hombres contra este encantamiento. Poco importa que seamos sólidos o espectrales. Igual da. Venecia toda es un fantasma. No expide visas de entrada a favor de otros fantasmas. Nadie los reconocería por tales aquí. Y así, dejarían de serlo. Ningún fantasma se expone a tanto. "

Carlos Fuentes

 

lunes, 14 de mayo de 2012

El enredo de la bolsa y la vida.


Llamaron. Abrí. Nunca lo hiciera. En el rellano, con la mirada fiera y el gesto intrépido adquiridos tras largos años de férreo adiestramiento bajo la férula de inhumanos sargentos, un funcionario de correos blandía una carta certificada dirigida a mi nombre y domicilio. Antes de coger el sobre, acreditar mi identidad y firmar el volante, traté de zafarme alegando que allí no vivía tal persona, que si hubiera vivido allí, ahora estaría muerta y que, por si esto fuera poco, el difunto se había ido de vacaciones la semana anterior. Ni por ésas.
De modo que firmé, fuese el cartero, abriose el sobre (con mi ayuda) y pasmome hallar en su interior una lustrosa cartulina mediante la cual el Rector Magnífico de la Universidad de Barcelona me invitaba a la solemne investiruda del doctor Sugrañes como doctor Honoris causa, acto que tendría lugar el día 4 de febrero del año en curso, en el paraninfo de tan prestigiosa institución docente. Bajo la letra impresa una nota manuscrita aclaraba que la invitación me era cursada por deseo expreso del doctorando.

Eduardo Mendoza

Planet Earth

sábado, 12 de mayo de 2012

El vals de las máquinas


   
Filmado en los talleres de Paramount Textiles. La música ha sido compuesta especialmente para el vídeo por Lucas Lima.

jueves, 10 de mayo de 2012

La culpa es nuestra. David Jiménez

La culpa es nuestra, también. Porque votamos una y otra vez a los dos principales partidos sin importar lo que hicieran, simplemente porque eran de nuestro bando. Porque fuimos al banco y pedimos un crédito que no podíamos pagar, para que nos envidiaran por lo que teníamos, no por lo que hacíamos. Porque en tiempos de bonanza asistimos impasibles al derroche del dinero que pusimos en manos de los gobiernos, sin preguntarnos si cuadraban las cuentas. Porque premiamos con las mejores audiencias a los programas de televisión más zafios y convertimos en iconos nacionales a los más mediocres, marginando a quienes buscaban la excelencia.
Culpa nuestra porque enviamos a los políticos la señal de que nos importaba más un partido de fútbol que la aprobación de una ley, aunque sólo lo segundo pudiera afectarnos. Porque nos dejamos engañar y pagamos viviendas al triple de su valor real, seguros de que algún día podríamos engañar nosotros y venderlas aún más caras. Porque nos encerramos en el provincianismo y nos repetimos que como en España no se vivía en ningún sitio, a menudo sin haber vivido en ningún otro sitio. Porque decidimos creer a presidentes que nos aseguraban que estábamos a la cabeza del mundo desarrollado, cuando apenas liderábamos su cola. Porque nos negamos a escuchar a quienes advertían que lo nuestro no podía durar y seguimos a ciegas a los que repetían que duraría siempre. Porque sólo nos hemos indignado por la crisis cuando ha llamado a nuestra puerta, ignorándola mientras empobrecía a otros. La culpa es nuestra, también.
 
David Jiménez, periodista.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Whatsapp


Neur-Al caminando pendiente del móvil.
Con la proliferación de los contratos de tarifa plana de datos de las operadoras de telefonía móvil, se ha extendido también el uso de aplicaciones tipo chat para dispositivos móviles como Whatsapp. Para el que no lo conozca se trata de…bueno, es como Skype, donde los contactos son todos aquellos que tienes en la agenda y usan esta aplicación. Los mensajes son gratis si tienes una tarifa plana o conexión WiFi. Pero tiene dos características (o pegas, según se mire) que han hecho que veamos comportamientos que pensábamos que se habían extinguido después del boom de los sms. La primera pega es que los mensajes parece que salen gratis. Son gratis si estás conectado a una red WiFi (si estás pagando la tarifa plana ya no están tan gratis, eh). La segunda es que puedes saber si la otra persona está conectada y si ha recibido el mensaje. Como es gratis, una conversación por Whatsapp se puede alargar mucho. Te puedes tirar 3 horas escribiendo mensajitos para un tema que podría cerrarse en una llamada de 5 minutos. Lo peor es cuando haces vida social en real (fuera de Internet, que también se puede) ves que uno está enganchadísimo,  escribiendo mensajes sin parar, abstraído totalmente, mirando al móvil esperando la ansiada respuesta, pasando de los demás. Incluso, ha habido casos de gente que ha ido a un bar con los colegas y después de dos horas se ha ido sin haber cenado y ¡sin  haber leído la carta siquiera! por estar dándole al pulgar. Bueno, tal vez exagere un poco, pero está claro que atrapa a la gente. Y es que claro, la segunda característica tiene como consecuencia que te sepa mal no contestar: como el otro sabe que has recibido el mensaje, si no le contestas, pensará que pasas de él.
Total, que nos tiene atrapados. He de confesar que soy usuario de Whatsapp y alguna vez me he visto andando por la calle con el móvil escribiendo mensajitos, que alguna vez no me he dado con una farola de milagro.
Es un hecho que las nuevas tecnologías nos ofrecen nuevas formas de comunicarnos con los demás, con gente que está muy lejos o muy cerca también. Van muy bien para no perder el contacto con la gente que no puedes ver. Pero también nos hace peores personas cuando abusamos. La necesidad de relacionarse puede convertirse paradójicamente en no saber convivir, en estar más pendiente de la gente que no está contigo que de la que tienes a tu lado, en falta de respeto y mala educación en algunas ocasiones.

De la Red.

martes, 8 de mayo de 2012

El halcón maltés. Dashiell Hammett


Samuel Spade tenía larga y huesuda la quijada inferior, y la barbilla era una V protuberante bajo la V más flexible de la boca. Las aletas de la nariz retrocedían en curva para formar una V más pequeña. Los ojos, horizontales, eran de un gris amarillento. El tema de la V lo recogía la abultada sobreceja que destacaba en media de un doble pliegue por encima de la nariz ganchuda, y el pelo, castaño claro, arrancaba de sienes altas y aplastadas para terminar en un pico sobre la frente. Spade tenía el simpático aspecto de un Satanás rubio.
—¿Sí, cariño? —le dijo a Effie Perine.
Era una muchacha larguirucha y tostada por el sol. El vestido de fina lana se le ceñía dando la impresión de estar mojado. Los ojos, castaños y traviesos, brillaban en una cara luminosa de muchacho. Acabó de cerrar la puerta tras de sí, se apoyó en ella y dijo:
—Ahí fuera hay una chica que te quiere ver. Se llama Wonderly.
—¿Cliente?
—Supongo. En cualquier caso, querrás verla. Es un bombón.
—Adentro con ella, amor mío —dijo Spade—, ¡adentro!
Effie volvió a abrir la puerta y salió al primer despacho, conservando una mano sobre la bola de la puerta, en tanto que decía:
—¿Quiere usted pasar, miss Wonderly?
Una voz dijo «gracias» tan quedamente que sólo una perfecta articulación hizo inteligible la palabra, y una mujer joven pasó por la puerta. Avanzó despacio, como tanteando el piso, mirando a Spade con ojos del color del cobalto, a la vez tímidos y penetrantes.
Era alta, cimbreña, sin un solo ángulo. Se mantenía derecha y era alta de pecho. Iba vestida en dos tonos de azul, elegidos pensando en los ojos. El pelo que asomaba por debajo del sombrero azul era de color rojo oscuro, y los llenos labios, de un rojo más encendido. A través de su sonrisa brillaba la blancura de los dientes.
Spade se levantó, saludó inclinándose y señaló con la mano de gruesos dedos el sillón de roble junto a la mesa. Era alto, al menos de seis pies de estatura. El fuerte declive redondeado de los hombros hacía que su cuerpo pareciera casi cónico -no más ancho que gordo e impedía que la americana recién planchada le sentara bien.
—Gracias —dijo la muchacha en un murmullo, antes de sentarse en el borde de madera del sillón.
Spade se dejó caer en su sillón giratorio y le hizo dar un cuarto de vuelta para quedar de frente a la muchacha, sonriendo cortésmente. Sonreía sin separar los labios. Todas las uves de su rostro se hicieron más largas.
El ruidillo del tecleo, el débil retinglar del timbre y el apagado rumor del carro de la máquina de escribir de Effie llegaban a través de la puerta cerrada. En alguna oficina cercana vibraba sordamente el motor de una máquina. Sobre la mesa de Spade humeaba un cigarrillo en un cenicero colmado de fláccidas colillas. El tablero amarillo de la mesa, el secante verde y los papeles que sobre él había estaban espolvoreados de copos grises de ceniza. Una ventana con cortinas color garbanzo, entreabierta unas ocho o diez pulgadas, dejaba entrar del patio un aire que olía a amoníaco. Los copos de ceniza temblaban y se arrastraban lentamente sobre la mesa en la corriente.
Miss Wonderly contempló a los copos grises estremecerse y reptar. Sus ojos estaban intranquilos. Permanecía sentada sobre el borde del sillón. Los pies, apoyados de plano sobre el suelo, daban la sensación de que estaba a punto de levantarse. Las manos, calzadas de guantes oscuros, se apretaban sobre un bolso oscuro plano que tenía en el regazo.
Spade se meció en su sillón y preguntó:
—Bien, ¿en qué puedo servirle, miss Wonderly?
Ella contuvo la respiración, le miró, tragó saliva y dijo apresuradamente:
—¿Podría usted...? He pensado... Yo..., es decir...
Se mordisqueó el labio interior con dientes brillantes y calló. Sólo los ojos oscuros hablaban ahora, suplicando.
Spade sonrió y asintió con la cabeza como si la comprendiera, pero placenteramente, cual si de nada grave se tratara, y dijo:
—¿Por qué no me lo cuenta todo, desde el principio, y entonces sabremos qué hay que hacer? Remóntese todo lo que pueda.
—Fue en Nueva York.
—Sí.
—No sé en dónde le conoció ella. Bueno, quiero decir en qué parte de Nueva York. Tiene cinco años menos que yo, sólo diecisiete, y no tenemos los mismos amigos. Nunca hemos tenido la intimidad que sería lógica entre dos hermanas. Mamá y papá están en Europa. Lo que ha ocurrido los mataría. Tengo que llevarla a casa antes que vuelvan.
—Sí —dijo él.
—Volverán el primero de mes.
—Bueno, entonces tenemos dos semanas —dijo Spade, y se le alegraron los ojos.
—Yo no sabía lo que había hecho hasta que llegó su carta. Me dejó destrozada.
Le temblaban los labios. Manoseaba el oscuro bolso que tenía sobre las piernas.
—Tuve demasiado miedo de que hubiese hecho algo así como para acudir a la policía, y al mismo tiempo, el temor de que le hubiera ocurrido algo me empujaba a hacerlo. No tenía a nadie a quien pedir consejo. No sabía qué hacer. ¿Qué podía hacer?
—Nada, evidentemente —dijo Spade—. ¿Y entonces llegó la carta?
—Sí, y le mandé un telegrama diciéndole que volviera a casa. Lo dirigí a la lista de Correos. Era la única dirección que me dio. Esperé una semana entera, pero no recibí respuesta; no supe ni una palabra más de ella. Y el regreso de mamá y papá se acercaba. Le escribí que vendría aquí. Tal vez no debí hacerlo. ¿Qué cree?
—Puede que no. No siempre es fácil saber qué hacer. ¿No la ha encontrado?
—No. Le escribí que iría al hotel St. Mark, y le supliqué que viniese a hablar conmigo, aunque no pensara regresar a casa conmigo. Pero no ha venido a verme. He esperado tres días y no ha aparecido, y ni siquiera me ha enviado un recado.
Spade movió su satánica cabeza rubia, frunció el ceño comprensivamente y apretó los labios.
—Ha sido horrible —dijo la muchacha, tratando de sonreír—. No podía quedarme sentada, esperando, sin saber qué le había ocurrido y qué le podía estar pasando. —Cesó en sus esfuerzos para sonreír. Se estremeció—. La única dirección que tenía de ella era la lista de Correos. Le escribí otra carta, y ayer por la tarde fui a Correos. Estuve allí hasta que oscureció, pero no la vi. Esta mañana he vuelto, pero tampoco vi a Corinne. A quien vi fue a Floyd Thursby.
Spade volvió a asentir con la cabeza. Desapareció el ceño fruncido, Ahora pareció prestar gran atención.
—No me quiso decir en dónde estaba Corinne —siguió diciendo, desesperanzadamente—. No quiso decirme nada, excepto que estaba bien y contenta. Pero ¿cómo lo voy a creer? Eso es lo que me diría en cualquier caso, ¿no?
—Claro —asintió Spade—. Pero pudiera ser verdad.
—Así lo espero. ¡Así lo espero! —exclamó—. Pero no puedo volverme a casa así, sin haberla visto, sin siquiera haber hablado con ella por teléfono. Floyd no me quiso llevar a verla. Me dijo que no me quería ver. Eso no lo puedo creer. Me prometió que le diría a Corinne que me había visto y que la traería para que hablara conmigo, si ella quería, esta noche en el hotel. Pero me dijo que sabía que no querría venir. En ese caso, me prometió que vendría él. Él...
Se interrumpió y se llevó la mano a la boca con ademán de temor, cuando se abrió la puerta.
El hombre que había abierto la puerta dio un paso y dijo:
—¡Ah, perdón! —y quitándose cl sombrero de color castaño comenzó a salir de espaldas.
—Está bien, Miles —le dijo Spade—. Pasa. Miss Wonderly, es mi socio, mister Archer.
Miles Archer volvió a entrar en el despacho. Cerró la puerta, inclinó la cabeza y sonrió a la muchacha, en tanto que hacía unas vagas florituras de cortesía con el sombrero. Era de estatura mediana, recio, ancho de hombros, grueso de cuello y de rostro colorado, jovial y pragmático, con el pelo muy corto y ligeramente gris. Representaba más de cuarenta años, en igual medida que Spade parecía haber rebasado los treinta.
—La hermana de miss Wonderly —dijo Spade— se ha escapado de casa, en Nueva York, con un sujeto llamado Floyd Thursby. Están aquí. Miss Wonderly ha visto a Thursby y tiene una cita con él esta noche en el hotel. Tai vez lleve consigo a su hermana, pero probablemente no lo hará. Miss Wonderly quiere que encontremos a su hermana, que la separemos de él y que la hagamos volver a casa. ¿No es así? —dijo mirando a la muchacha.
—Sí —dijo ella, con voz poco clara.
El sonrojo que, poco a poco, las amables sonrisas, los movimientos de cabeza y las consoladoras afirmaciones de Spade habían hecho desaparecer, comenzó de nuevo a colorear su rostro. Miró el bolso y lo punzó nerviosamente con un dedo.
Spade le hizo un guiño a su socio.
Archer avanzó unos pasos y se quedó de pie junto a una esquina de la mesa. Mientras la muchacha contemplaba el bolso, Miles la miraba a ella. Sus ojillos castaños fueron examinándola apreciativamente, desde la cara inclinada hasta los pies, y de vuelta hasta la cara. Miró entonces a Spade y le hizo un gesto de silbar con manifiesta aprobación.
Spade alzó dos dedos del brazo del sillón para hacer un fugaz ademán de advertencia y dijo:
—No va a sernos difícil. Se trata, sencillamente, de mandar a un hombre esta noche al hotel para que siga a Thursby cuando se vaya, y que lo haga hasta que nos lleve adonde esté su hermana. Si ella va con él y usted la puede convencer de que vuelva a casa, tanto mejor. Si no, si ella no quiere dejarle después que la hayamos encontrado, bueno, ya encontraremos la manera de arreglarlo.
—Sí —dijo Archer. Tenía la voz bronca y ordinaria. Miss Wonderly miró a Spade, rápidamente, frunciendo la frente entre las cejas:
—¡Oh, pero habrán de tener cuidado! —la voz le tembló ligeramente y los labios formaron las palabras con estremecimientos nerviosos—. Le tengo un miedo mortal, miedo de lo que pueda hacer. ¡Corinne es tan joven, y traerla hasta aquí, desde Nueva York, es tan terrible! ¿No creen que podría...? ¿No irá a... hacerle algo?
Spade sonrió y dio unas palmaditas sobre los brazos del sillón:
—Déjenoslo a nosotros —dijo—. Sabemos cómo entendérnoslas con él.
—Pero ¿no podría...? —insistió.
—Siempre es posible —dijo Spade, moviendo la cabeza con aire judicial—. Pero puede usted confiar en que nos encargaremos de eso.
—Sí, sí, confío en ustedes —dijo sinceramente—, pero quiero que sepan que se trata de un hombre peligroso. Creo muy de veras que no se detendría ante nada. Creo que no dudaría en... matar a Corinne si creyera que con eso podía salvarse. ¿No podría hacerlo?
—Usted no le amenazó, ¿verdad?
—Le dije que lo único que quería es que Corinne volviera a casa antes del regreso de mamá y papá, para que nunca se enteraran de lo que había hecho. Le prometí no decirles una palabra si él me ayudaba; pero que si no lo hacía, papá se encargaría de que recibiera su merecido. Me parece que no me creyó del todo.
—¿Puede él arreglar las cosas casándose con ella? —preguntó Archer.
La muchacha se sonrojó y repuso, con voz avergonzada:
—Tiene mujer y tres hijos en Inglaterra. Corinne me lo escribió para explicarme que por eso se había escapado con él.
—Sí, suelen tenerlos —dijo Spade—, aunque no siempre en Inglaterra. —E inclinándose hacia adelante para alcanzar un lápiz y un papel, añadió—: ¿Qué aspecto tiene él?
—Bueno, tiene quizá treinta y cinco años y es tan alto como usted. Es moreno naturalmente o está muy quemado por el sol. El pelo también lo tiene oscuro y tiene grandes las cejas. Habla bastante alto, como un fanfarrón, y sus movimientos son de hombre nervioso e irritable. Da impresión de ser... de violencia.
Spade estaba garrapateando sobre el bloque de notas y ahora preguntó, sin alzar la vista:
—¿De qué color tiene los ojos?
—Entre grises y azules y lagrimosos, pero no de hombre débil. Y... ¡ah!, tiene un hoyo muy pronunciado en la barbilla.
—¿Delgado, regular o gordo?
—Parece un atleta. Tiene hombros anchos y camina muy derecho. Tiene un porte que pudiera decirse que es marcadamente militar. Cuando le vi esta mañana llevaba un traje gris claro y un sombrero también gris.
—¿Cómo se gana la vida? —preguntó Spade, soltando el lápiz.
—No lo sé. No tengo la más remota idea
—¿A qué hora tienen la cita?
—Después de las ocho.
—Perfectamente, señorita, tendremos a un hombre allí a esa hora. Sería bueno que...
—Mister Spade, ¿podría usted o mister Archer...? —preguntó, haciendo un ademán de súplica con las manos—. ¿No podría uno de ustedes dos encargarse de ello personalmente? No es que crea que otro hombre que ustedes pudieran mandar fuera incompetente, pero ¡tengo tanto miedo de lo que pueda ocurrir a Corinne! Le tengo miedo a él. ¿No podrían ustedes? Claro, comprendo que tendría que pagar más. —Abrió el bolso con dedos nerviosos y puso dos billetes de cien dólares sobre la mesa—. ¿Bastará con eso?
—Sí —dijo Archer—. Yo mismo me encargaré del asunto.
La muchacha se puso de pie impulsivamente y le ofreció la mano:
—¡Gracias, gracias! —exclamó, y luego le dio la mano a Spade, repitiendo—: ¡Muchas gracias!
—De nada —dijo Spade, inclinándose sobre la mano—. Es un placer. Nos facilitaría el trabajo que usted se encontrara con Thursby abajo, o que se dejara ver con él en el vestíbulo un momento.
—Así lo haré —prometió, y les dio las gracias a los dos socios una vez más.
—Y no trate de buscarme —le advirtió Archer—. Descuide, que ya la veré yo a usted.
Spade acompañó a la muchacha hasta la puerta del pasillo. Cuando volvió junto a su mesa. Archer indicó con un gesto los billetes de cien dólares y dejó oír un ruido de satisfacción.
—Son buenos —dijo. Cogió uno de ellos, lo dobló y se lo guardó en el bolsillo del chaleco, añadiendo—: Y había hermanos gemelos en el bolso.
Spade se guardó el otro billete antes de sentarse, y entonces dijo:
—Bueno, no la vayas a apretar demasiado. ¿Qué te parece?
—¡Preciosa! ¡Que no la apriete! —dijo con una risotada repentina carente de alegría—. Puede que tú la vieras antes que yo, Sam; pero fui yo quien habló primero.
Archer se metió las manos en los bolsillos del pantalón y comenzó a columpiarse sobre los talones.
—Lo pasarás muy rebién con ella, seguro —contestó Spade, sonriendo rijosamente y dejando ver la punta de los colmillos—. Tienes talento. Seguro que lo tienes.
Y comenzó a liar un cigarrillo.

Dashiell Hammett

jueves, 3 de mayo de 2012

Las crónicas árabes permiten reconstruir el clima del pasado

Corales, árboles y sedimentos marinos, entre otros, son evidencias directas del clima del pasado, pero no las únicas. Un equipo liderado por españoles ha interpretado por primera vez las crónicas escritas en Iraq por historiadores árabes y ha recogido una cronología de eventos climáticos del año 816 al 1009, cuando las olas de frío y las nevadas estaban a la orden del día.
Bagdad (Iraq) se convirtió en la ciudad más próspera de su tiempo y en el centro del comercio internacional y el desarrollo agrícola en el siglo VIII. Imagen: Domínguez-Castro et al.
Las crónicas de los historiadores árabes narran cronológicamente cuestiones sociales, políticas y religiosas; y algunas hacen referencias al clima. Un estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Extremadura (UNEX), se ha centrado en antiguos apuntes meteorológicos de la ciudad iraquí de Bagdad.
“Hemos recuperado una interesante cronología de eventos climáticos como sequías, inundaciones, lluvias, heladas, olas de frío o calor, y fuertes vientos para el periodo 816-1009 en los actuales Iraq y Siria”, informa a SINC Fernando Domínguez-Castro, autor principal e investigador en el departamento de Física de la UNEX.
El estudio, que se ha publicado en la revista Weather, destaca un alto número de olas de frío. “El periodo de 902 a 944 concentra una frecuencia muy alta, si la comparamos con los datos meteorológicos actuales. Ejemplo de ellos son las seis nevadas que se vivieron en esa época, mientras que en la actualidad solo se tiene conocimiento de una nevada en Bagdad el 11 de enero de 2008”, señala Domínguez-Castro.
Más días fríos por erupciones volcánicas
El equipo de investigación se sorprendió en especial con el “inesperado” descenso de las temperaturas de julio de 920. Según los documentos analizados, los habitantes de Bagdad tuvieron que bajar de sus tejados (donde solían dormir en verano), meterse en casa e incluso abrigarse con mantas. Las temperaturas pudieron entonces descender 9 ºC respecto a la media actual en un mes de julio.
“Es difícil saber a qué se debe este descenso de la temperatura, pero una posibilidad es la de una erupción volcánica el año anterior, ya que es frecuente que las temperaturas desciendan en verano en estos casos”, destaca el experto quien señala que durante alguna de estas noches de julio de 920, las temperaturas no superaron los 18 ºC.
Existen dos erupciones volcánicas importantes durante esta época que podrían ser la causa de las olas de frío, “aunque están datadas con una importante incertidumbre”, afirma el investigador. Una de ellas es la del volcán Ceboruco (México), hacia 930, y la otra la del Guagua Pichincha (Ecuador), hacia 910. Sin embargo, “son necesarias más evidencias para confirmar esta hipótesis”, advierte el experto.
La investigación demuestra que durante la primera mitad del siglo X, los eventos climáticos fríos en Bagdad tuvieron mayor frecuencia e intensidad que en la actualidad. Mientras que la ciudad iraquí registró solo dos días con temperaturas por debajo de 0 ºC entre 1954 y 2008, al menos hubo seis días muy fríos en un periodo de 42 años en el siglo X.
Según los investigadores, “las crónicas árabes son muy útiles para la reconstrucción del clima en épocas y lugares de los que sabemos muy poco”. Gracias a la sinergia de humanidades y ciencia se puede extraer “información climática robusta”, concluyen.
Bagdad, el centro del imperio
En 762, Abu Ja`far al-Mansur, el segundo califa de Abbasid (la segunda dinastía del Islam) fundó la ciudad de Bagdad y la estableció como la capital del imperio. Pronto la urbe se convirtió en la más próspera de su tiempo y en el centro del comercio internacional y el desarrollo agrícola, lo que atrajo a una población creciente.
Los historiadores de la época discutieron las razones por las que el califa le dio tal importancia a Bagdad. Además de su estratégica situación, entre los ríos Tigris y Éufrates, la ciudad contaba con buenas condiciones climáticas. “El agua era abundante, el clima era muy cálido en verano, muy frío en invierno y moderado en primavera y otoño”, detalló Al-Ya`qubi, autor de un tratado geográfico de 891.
Referencia bibliográfica:
Domínguez-Castro, Fernando; Vaquero, José Manuel; Marín, Manuela; Gallego, María Cruz; García-Herrera, Ricardo. “How useful could Arabic documentary sources be for reconstructing past climate?” Weather 67(3): 76-82   DOI: 10.1002/wea.835 marzo de 2012
Artículo publicado en Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC)

miércoles, 2 de mayo de 2012

Tasa de criminalidad en España

  • Ceuta tiene el índice más alto (76%) y Asturias el más bajo (27%)
  • El número de infracciones penales conocidas por cada mil habitantes, lo que se denomina tasa de criminalidad de España bajó medio punto en 2011, lo que equivale a un 0,6%. En cuanto a la evolución, caen los delitos contra el patrimonio y repuntan los delitos contra la vida y la libertad.
    Así lo ha asegurado, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en su comparecencia ante la Comisión de Interior del Congreso en la que ha dado cuenta del balance de criminalidad correspondiente al año 2011.
    Por encima de esa media se sitúa Ceuta y Melilla (76,4 y 63, respectivamente), así como las comunidades de Baleares (66,9), Madrid (60,6), Cataluña (60,3), Comunidad Valenciana (55,6). En el otro extremo figuran y Cantabria (30,8). Extremadura (28,6) y  Asturias (27).

    Datos del último gobierno socialista. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha reconocido este miércoles que el nuevo método de cálculo de la criminalidad que pondrá en marcha su departamento en los próximos años tendrá como consecuencia un incremento de la tasa de delincuencia hasta ahora conocido.
    Fernández Díaz ha subrayado que la forma en la que recopilan los datos es "determinante" y ha puesto como ejemplo que se haya estado registrando como un único delito la comisión de diez faltas de hurto o que se hayan catalogado como faltas hechos "claramente constitutivos de delito" como el intento de robo en vivienda.
    "El anterior sistema no incluía la totalidad de la infracciones penales conocidas", ha asegurado el ministro, que ha destacado que la información que recibía el ciudadano era "insuficiente".
    Por primera vez, el Gobierno ha ofrecido datos de criminalidad en el conjunto del país, incluyendo la información del País Vasco y de Cataluña, donde las competencias de seguridad ciudadana están transferidas.

    Venecia



    Muy bonito este time lapse fotografiado por Joerg Niggli de la ciudad de Venecia, desde el amanecer hasta el atardecer.
    La música que suena es el tema Heart of Champions de Chris Haigh

    martes, 1 de mayo de 2012

    Basta de juegos, Antonio Muñoz Molina

    
    
    Suffrage universel dédié à Ledru-Rollin ( Frédéric Sorrieu, 1850)
    
    Estamos en el filo del abismo y parece que no pasa nada. Nos encontramos ante la peor crisis desde el final de la dictadura y seguimos entretenidos con los sectarismos, con los narcisismos identitarios, con las politiquerías de siempre, con las bromitas gamberras de creernos rebeldes porque silbamos un himno, de creernos radicales porque obedecemos una ortodoxia beata. Yo me acuerdo muy bien de como era 1977, 1978. También me acuerdo de 1973 y 1974. Todo lo que tenemos ahora y despreciamos y quizás solo valoraremos cuando lo hayamos perdido era entonces en gran medida una quimera. Todo lo que hemos disfrutado sin ninguna gratitud durante más de treinta años parecía inalcanzable. Hay dos maneras de juzgar lo que se tiene: una, comparándolo con un ideal de perfección, con un paraíso futuro o un paraíso pasado cuyo principal mérito común es que nunca han existido; otra, comparar con lo que teníamos antes, o con lo que tienen otros, en casi todo el mundo. España, claro, no es la sociedad más justa ni más igualitaria: pero es más justa, por ejemplo, que Estados Unidos, y más igualitaria y habitable que la mayor parte de los países del mundo. La imensa mayoría de nosotros nos hemos beneficiado de este sistema democrático hacia el que casi nadie siente ninguna obligación ni ninguna lealtad. Los que quieren autogobierno han tenido más del que tuvieron nunca, salvo en sus reinos de fantasía medievales o neolíticas; los que queremos igualdad ante la ley, libertad de expresión y servicios públicos fundamentales los hemos tenido y los tenemos más que en la mayor parte de los países del mundo real. Cómo es pasar una enfermedad grave en Estados Unidos y no tener un seguro suficiente para cubrirla; o querer darle una educación decente a los hijos.
    Hay muchas cosas que a mí no me gustan en mi país, claro que sí. Lo digo alto y claro siempre que puedo. Pero he vivido en un país mucho más pobre y en un país sometido a una dictadura y sé cuál es la diferencia. Y sé que en estos momentos o buscamos por una vez defender entre todos lo mejor o vamos a hundirnos todos juntos. Llevamos treinta y tantos años cultivando diferencias, haciéndolas irreconciliables, inventándolas cuando no existían, echando sal en las heridas, prefiriendo la discordia, poniendo la tribu por encima de la ciudadanía. Y al mismo tiempo disfrutando de las libertades y los servicios de una sociedad avanzada. Tenemos casi seis millones de parados y una depresión atroz y seguimos negándonos a abrir los ojos, a encontrar cosas en común, a distinguir lo necesario de lo superfluo, a decidir razonablemente a qué cosas habrá que renunciar para salvar las imprescindibles. La energía necesaria para encontrar soluciones prácticas la seguimos dedicando, alentados por la chusma política, a buscar chivos expiatorios, a repetir eslóganes antes que a elaborar argumentos, a afirmarnos ferozmente mediante la negación de lo que creemos que no somos, que casi siempre es una parte de lo que somos.
    Sucedió algo parecido en otra de las crisis pasadas, la más grave de todas, la del principio de la guerra civil. Los militares, los terratenientes y la iglesia católica se levantaron contra la República y cada una de las fuerzas que hubiera debido defenderla consideró que había llegado la ocasión de aprovechar el desastre para cumplir sus fines particulares: los anarquistas el paraíso anarquista, los socialistas de Largo Caballero el gobierno de Largo Caballero, los catalanistas la independencia de Cataluña, los nacionalistas vascos la independencia de Euskadi, etc. Esa República por la que ahora parece existir tanta nostalgia no tuvo a nadie o a casi nadie que la defendiera. Manuel Azaña, Juan Negrín, Indalecio Prieto, que creían en ella, se encontraron trágicamente solos. El resultado fue una guerra espantosa y casi cuarenta años de tiranía.
    Demasiada gente está sufriendo ya para que sigamos sin tomarnos en serio la posibilidad de la ruina, la necesidad angustiosa de poner los cinco sentidos en lograr que las cosas puedan ser algo mejores para todos. Lo que suele venir cuando se hunde una democracia imperfecta no es una democracia perfecta ni un paraíso sino una calamidad seguida de una dictadura. Así que habrá formas más fértiles de heroísmo o de rebeldía que abuchear un himno en un partido de fútbol.

    Jeffrey T. Larson. Pinturas