sábado, 25 de febrero de 2012

Mapa de los bosques de la Tierra




Un equipo de investigadores dirigidos por la NASA ha elaborado un detallado mapa de los bosques de nuestro planeta. Los datos fueron recogidos por científicos del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, la Universidad de Maryland y el Centro de Investigación Woods Hole creando este mapa con 2,5 millones mediciones de pulso láser realizadas por LIDAR (Light Detection and Ranging) en 2005 por el instrumento de Altímetro Láser de Geociencias a bordo del satélite ICEsat de la NASA.

Saber qué altura concreta tienen los árboles en la superficie terrestre ayuda a “calcular la biomasa o la cantidad de carbono que contienen” ha dicho Marc Simard del JPL. En este enlace




http://lidarradar.jpl.nasa.gov/ de la web del JPL podemos ver el mapa con diferentes opciones de visualización así como diversas descargas que incluye una versión en el formato para Google Earth.

viernes, 24 de febrero de 2012

Experimento con Joshua Bell





7:51 horas de la mañana, en Washington, del día 12 de enero de 2012; 1907 personas pasaron por delante Joshua Bell uno de los mejores violinistas del mundo y casi todos pasaron de largo, no ya sin reconocerlo, ni tan siquiera mirarlo o escucharlo. Esa es nuestra realidad.

miércoles, 22 de febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Pío Baroja

" Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura"
El árbol de la ciencia



"Un camino en cuesta baja de la ciudadela, pasa por encima del cementerio y atraviesa el portal de Francia. Este camino, en la parte alta, tiene a los lados varias cruces de piedra, que terminan en una ermita, y por la parte baja, después de entrar en la ciudadm se convierte en calle. A la izquierda del camino, antes de la muralla, había hace años un caserío viejo, medio derruidom con el tejado terrero lleno de pedruscos y la piedra arenisca de sus paredes desgastada por la acción de la humedad y del aire. En el frente de la decrépita y pobre casa, un agujero indicaba dónde estuvo en otro tiempo el escudo, y debajo de él se adivinaban, más bien que se leían, varias letras que componían una frase latina: Post funera virtus vivit.


En este caserío nació y pasó los primero años de su infancia Martín Zalacaín de Urbía, el que, más tarde había de ser llamado Zalacaín el Aventurero; en este caserío soñó sus primeras aventuras y rompió los primeros pantalones"
Zalacaín el aventurero, Pío Baroja

Debe ser grande el asombro de esos hombres discretos, previsores y sensatos al ver a muchos que, sin preocuparse gran cosa por las revueltas del camino, van llevados en alas de la suerte por iguales derroteros que ellos, y que tienen, ¡los insensatos!, además de la satisfacción de conseguir un fin, cuando lo consiguen, el placer de mirar a un lado y a otro de su ruta y de ver cómo sale el sol y se pone el sol, y cómo brotan las estrellas en el cielo de las noches serenas. La preocupación por conseguir un fin nos intranquiliza a todos los hombres, aun a los más desaprensivos, aun a los más indolentes, y yo, por mi parte, hubiera deseado vivir todavía más en cada hora, en cada minuto, sin la nostalgia del pasado ni la ansiedad por el porvenir. Este deseo es consecuencia de mi fondo de epicureísmo y de la decantada indolencia que tanto me han reprochado, y que, sin duda, desarrolla y exagera la vida del marino. Realmente el mar nos aniquila y nos consume, agota nuestra fantasía y nuestra voluntad. Su infinita monotonía, sus infinitos caminos, su soledad inmensa nos arrastra a la contemplación. Esas olas verdes, mansas, esas espumas blanquecinas donde se mece nuestra pupila, van como rozando nuestra alma, desgastando nuestra personalidad, hasta hacerla puramente contemplativa, hasta identificarla con la Naturaleza. Queremos comprender al mar, y no le comprendemos; queremos hallarle una razón, y no se la hallamos. Es un monstruo, una esfinge incomprensible; muerto es el laboratorio de la vida, inerte es la representación de la constante inquietud. Muchas veces sospechamos si habrá en él escondido algo como una lección; en momentos se figura uno haber descifrado su misterio; en otros, se nos escapa su enseñanza y se pierde en el reflejo de las olas y en el silbido del viento. "
Las inquietudes de Shanti Andía

A oscuras anduvieron el Bizco y Manuel de un lado a otro, explorando los huecos de la Montaña, hasta que una línea de luz que brotaba de una rendija de la tierra les indicó una de las cuevas. Se acercaron al agujero; salía del interior un murmullo interrumpido de voces roncas. A la claridad vacilante de una bujía, sujeta en el suelo entre dos piedras, más de una docena de golfos, sentados unos, otros de rodillas, formaban un corro jugando a las cartas. En los rincones se esbozaban vagas siluetas de hombres tendidos en la cama. Un vaho pestilente se exhalaba del interior del agujero....Manuel pensó haber visto algo parecido en la pesadilla de una fiebre.
(...)
Era la Corrala un microcosmos, se decía que puestos en hilera los vecinos llegarían desde el arroyo de Embajadores a la plaza del Progreso; allí había hombres que lo eran todo y que no eran nada: medio sabios, medio herreros, medio carpinteros, medio albañiles, medio comerciantes y medio ladrones.
(...)
Era, en general, toda la gente que allí habitaba gente descentrada, que vivía en el continuo aplanamiento producido por la eterna o irremediable miseria; muchos cambiaban de oficio, como un reptil de piel; otros no lo tenían; algunos peones de carpintero, de albañil, a consecuencia de su falta de iniciativa, de comprensión y de habilidad, no podían pasar de peones, había también gitanos, esquiladores de mulas y de perros, y no faltaban cargadores, barberos ambulantes y saltimbanquis. "

La Busca

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Fue posible que yo no te supiera?

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.

Jaime Gil de Biedma

domingo, 12 de febrero de 2012

El gigante egoísta. Oscar Wilde








Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para escucharlos.

-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro de Cornualles, y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.

-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños salieron corriendo.

-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entendáis, y no voy a permitir que nadie mas que yo juegue en él.

Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel: Prohibida la entrada. Los transgresores serán procesados judicialmente.

Era un gigante muy egoísta.

Los pobres niños no tenían ahora donde jugar.

Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.

Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.

-¡Que felices éramos allí!- se decían unos a otros.

Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de capullos y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno.

Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaban de florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el césped, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto, pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir.

Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.

-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año

La Nieve cubrió todo el césped con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.

Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los capuchones de la chimeneas.

-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos.

Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.

-No puedo comprender como la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará!

Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno.

-Es demasiado egoísta- se dijo.

Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.

Una mañana el gigante yacía despierto en su cama, cuando oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un jilguerillo que cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta.

-Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio?

Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha abierta en el muro los niños habían penetrado en el jardín, habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños.

Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped. Era una escena encantadora. Sólo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, no podía alcanzar las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él.

-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.

-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños para siempre.

Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho.

Se precipitó escaleras abajo, abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín.

Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser invierno.

Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante y le besó.

Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.

-Desde ahora, este es vuestro jardín, queridos niños- dijo el gigante, y cogiendo una gran hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían visto.

Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante.

-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó.

El gigante era a este al que más quería, porque lo había besado.

-No sabemos contestaron los niños- se ha marchado.

-Debéis decirle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.

Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.

Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño, que tanto quería el gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y a menudo hablaba de él.

-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.

Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada vez estaba más débil. Ya no podía tomar parte en los juegos; sentado en un gran sillón veía jugar a los niños y admiraba su jardín.

-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores más bellas.

Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la primavera adormecida y el reposo de las flores.

De pronto se frotó los ojos atónito y miró y remiró. Verdaderamente era una visión maravillosa. En el más alejado rincón del jardín había un árbol completamente cubierto de hermosos capullos blancos. Sus ramas eran doradas, frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño al que tanto quiso.

El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó cerca del niño. Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:

- ¿Quién se atrevió a herirte?- Pues en las palmas de sus manos se veían las señales de dos clavos, y las mismas señales se veían en los piececitos.

-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para que pueda coger mi espada y matarle.

-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.

-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.

Y el niño sonrió al gigante y le dijo:

-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.

Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de capullos blancos.

Acuarelas de la ilustradora austríaca Lisbeth Zwerger para el cuento infantil de Oscar Wilde El gigante egoísta, publicado en 1888. Zwerger ilustró este cuento que fue publicado por la editorial Casteman en 1984 aunque estas planchas pertenecen a la edición en español.

viernes, 10 de febrero de 2012

Castillo Real de Varsovia




The Royal Castle - from Destruction to Reconstruction from Grzegorz Nowiński on Vimeo.



Animación realizada por el estudio polaco Novina Studio sobre un símbolo de la nación polaca como es el Castillo Real de Varsovia. El castillo fue uno de los primeros objetivos del ejercito alemán que en septiembre de 1939 lo bombardeó incendiándose posteriormente. Hasta 1971 no se empezó su reconstrucción que duró hasta 1984.

jueves, 9 de febrero de 2012

Pau Gasol habla sobre la sentencia a Contador

Estoy bastante sorprendido por cómo ciertos medios han aprovechado la sentencia a Contador ( sin pruebas todo hay que decirlo ) para intentar manchar la imagen del deporte español. Nosotros cosechamos éxitos en muchas modalidades deportivas gracias a nuestro trabajo, talento, esfuerzo y humildad.

I'm quite surprised about how certain media has taken in advantage of Contador's sentence ( with no proof ) to damage the image of the Spanish sport. We achieve successes in several sportive modalities thanks to our work, talent, effort and humility.

Pau Gasol

El gatopardo.



Película de Luchino Visconti basada en la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa
del mismo nombre.

" El palacio Salina lindaba con la iglesia parroquial. Su pequeña fachada con siete ventanas sobre la plaza no dejaba suponer su gran extensión que ocupaba hacia atrás unos doscientos metros. Eran construcciones de diversos estilos armoniosamente unidas, en torno a tres enormes patios y terminando en un amplio jardín. A la entrada principal sobre la plaza los viajeros fueron sometidos a nuevas manifestaciones de bienvenida. Don Onofrio Rotolo, el administrador local, no participaba en las acogidas oficiales a la entrada del pueblo. Educado en la rígida escuela de la princesa Carolina, consideraba al vulgus como si no existiera y al príncipe como un residente en el extranjero hasta que no hubiese cruzado el umbral de su propio palacio. Por esto hallábase allí, a dos pasos del portón, pequeñísimo, viejísimo, barbudísimo, teniendo al lado a su mujer mucho más joven que él y gallarda, detrás a la servidumbre y a ocho campieri con el Gatopardo de oro en el sombrero y en las manos ocho escopetas siempre inactivas.
- Considérome dichoso de dar la bienvenida a sus excelencias en su casa. Reintegro el palacio en el estado justo en que me fue entregado.
Don Onofrio Rotolo era una de las raras personas estimadas por el príncipe, y acaso la única que jamás le había robado. Su honestidad frisaba la manía, y de ella se contaban episodios espectaculares, com el del vasito de rosoli dejado semilleno por la princesa en el momento de una partida, y encontrado un año después en el mismo sitio con el contenido evaporado y reducido al estado de heces dulces, pero intacto.
- Porque ésta es una parte infinitesimal del patrimonio del príncipe y no debe desperdiciarse.
Terminados los cumplidos con don Onofrio y Donna Maria, la princesa, que se mantenía de pie a fuerza de nervios, se fue a acostar, las jóvenes y Tancredi corrieron hacia las tibias sombras del jardín, y el príncipe y el adminstrador dieron una vuelta por el gran apartamento. Todo estaba en perfecto orden; los dorados de las encuadernaciones antiguas lanzaban un fulgor discreto, el alto sol hacía brillar los mármoles grises en torno a las puertas. Todo hallábase en el estado en que se encontrara cincuenta años antes. Salido del ruidoso torbellino de las disidencias civiles, don Fabrizio se sintió reanimado, lleno de serena seguridad, y miró casi tiernamente a don Onofrio que llevaba a su lado un trotecillo cochinero. "




Es necesario que todo cambie para que todo permanezca.

martes, 7 de febrero de 2012

Anuncio de Chrysler con Clint Eastwood




It's Halftime in America. And our second half is about to begin. All that matters now is looking ahead and finding a way forward.

domingo, 5 de febrero de 2012

De cómo M y F me han quitado del fútbol.

Mi pareja es barcelonesa y muy del Barça, y durante años, cada vez que había un enfrentamiento entre su equipo y el Real Madrid, nuestra buena relación se veía momentáneamente en peligro. Alguna ocasión ha habido en que hemos evitado hablarnos un día o dos, hasta que se hubiera disipado el mal humor de quien hubiera saboreado la derrota, sobre cuya justicia o injusticia solíamos discrepar, como es natural. Eran fechas delicadas. Ahora ya no lo son, y me parece que ella echa de menos la antigua tensión, los viejos piques, tengo la impresión de que se divierte menos sin ellos, pese a los enfurruñamientos pasajeros a que daban lugar. "Hace mucho que no te concentras antes de los partidos", me reprochó hace poco, justo antes del de ida de los cuartos de final de Copa, en Chamartín. "No es culpa mía, sino de Mourinho", le contesté. "Con él ya sé lo que va a pasar", y le pronostiqué un 1-2, de la misma manera que en el anterior choque de Liga le había vaticinado un 1-3. Ambos resultados se cumplieron, quizá debería jugar a las quinielas o apostar en Internet.

Hace casi nueve meses que publiqué aquí mi último artículo futbolero, titulado "Un chamán de feria". Entre otras cosas, decía en él de Mourinho: "... un entrenador omnipotente, omnipresente y malasangre, un quejica que acusa a otros siempre, un individuo dictatorial, ensuciador y enredador, soporífero en sus declaraciones, nada inteligente, mal ganador y mal perdedor ..." Más adelante, el excelente periodista John Carlin comentó que en su momento le había parecido excesivo lo de "nada inteligente", pero al final de su columna tenía la gentileza de reconocer que me asistía la razón y que había visto esa carencia antes que muchos. Carlin, sin embargo, ha reivindicado más de una vez, con humor, la figura de Mourinho como fuente inagotable de entretenimiento y diversión, tanto para los periodistas como para los lectores y espectadores. Tal vez esté en lo cierto, pero no sé si compensa a quienes nos hemos tomado en serio el fútbol y al equipo de nuestros amores desde la infancia, con esa seriedad que los niños ponen siempre en sus juegos, como si supieran que en ellos empiezan a ejercitarse para la vida y las relaciones con los demás, también para la ética y la moral.

Sí, hace tiempo que no me "concentro" antes de los partidos, porque me cuesta anhelar la victoria no del Madrid, sino de quien se va a apropiar de ella si se produce, y con ella se va a fortalecer. Mourinho, lo habrán notado, habla sólo en primera persona de singular: "He ganado títulos en cuatro países ...", "He obtenido tantas Ligas y tantas Copas de Europa ...", como si él hubiera saltado al campo y los jugadores no contaran en absoluto. Es obvio que sólo le importa su palmarés personal, nunca el de los clubs que lo contratan, meros soportes suyos. A mí no me cabe duda de que sus pasados triunfos han sido a pesar de él, por la bondad de los futbolistas o por casualidad (del mismo modo que fue una casualidad que Grecia ganara una Eurocopa, hace no demasiados años, prueba irrefutable de que el azar también interviene en este juego, como en todos). No me cabe duda de que es muy mal entrenador y de que no sabe de fútbol, como queda demostrado en cada enfrentamiento con el Barcelona, y van ... Escribo esto cuando aún no se ha disputado la vuelta de la eliminatoria de Copa en el Camp Nou, pero tanto da. Y me reafirmo en mi idea de que no es nada inteligente, o, si quieren ustedes convertir esta frase en afirmativa, no seré yo quien se lo impida.

Amén de todo esto, y en consonancia con ello, a Carlin no le falta razón: Mourinho resulta involuntariamente cómico, lo peor que le puede ocurrir a quien se tiene a sí mismo en un altar. Según crónica de Diego Torres en este diario, la cabeza visible del actual Real Madrid (no lo es Florentino, rebajado a Presidente más pusilánime y agravioso de la historia del club) acusó a su plantilla de haber vuelto en mal estado de forma de las vacaciones navideñas, de haberse dedicado a viajar y a comer en casa de los padres, los abuelos y los tíos, y la amenazó con denunciar en público a los culpables: "Daré los nombres a la prensa", les dijo. Si aún les queda algo de sentido del humor en medio de tanto avinagramiento, me imagino que los futbolistas se debieron de tronchar de risa. "Huy qué miedo, mira cómo tiemblo", pensarían todos y cada uno. Lástima que Mourinho no cumpliera su amenaza, porque habría sido de traca verlo sacar una lista y enumerar, por ejemplo: "Cristiano ha volado a las Maldivas y se ha atiborrado de turrón; Casillas fue a cenar con padres y primos y se excedió con los piñones; Ramos ha bailado en Triana y se hartó de pavo con sus abuelos". Sí, definitivamente Mourinho es pueril, por no decir el adjetivo que todos ustedes tienen ya en la cabeza. Arrastra por los suelos la imagen del Madrid, embrutece a los jugadores, los obliga a comportarse como desalmados y a jugar mucho peor de lo que saben, los tontifica y los envilece. Entre él y su valedor Florentino -más bien ya su criado-, no me han quitado del fútbol (el título es una exageración), pero sí me han privado de la pasión por mi equipo. Y sin pasión, créanme, se evaporan tres cuartos del gusto y de la diversión. A este paso serán también los culpables de que mi pareja me considere un sin sangre y un soso. Otra cosa más que nunca les perdonaré.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 5 de febrero de 2012

Nada es lo que parece

viernes, 3 de febrero de 2012

HOMERO, ILÍADA, Alessandro Baricco




Quiero explicaros lo que yo sé, para que así también vosotros comprendáis lo que yo comprendí: la guerra es una obsesión de los viejos, que envían a los jóvenes a librarla
Cada uno fue a prepararse para la batalla. Unos comían, otros afilaban las armas, había quien oraba y quien hacía un sacrificio a sus dioses, implorando escapar de la muerte. En poco tiempo, los reyes de estirpe divina agruparon a sus hombres y los fueron colocando en formación para la batalla, corriendo entre ellos, incitándolos a ponerse en marcha. Y, de pronto, para todos nosotros el combate fue más dulce que el retorno a la patria. Marchábamos, con nuestras armas de bronce, y parecíamos un incendio que devora el bosque y que puede verse desde lejos, puedes ver sus luminosos y brillantes resplandores subir hasta el cielo. Bajamos hasta la llanura del Escamandro como una inmensa bandada de pájaros que desciende desde el cielo y se posa con gran estrépito, batiendo las alas sobre los prados. La tierra retumbaba terriblemente bajo los pies de los hombres y los cascos de los caballos. Nos detuvimos cerca del río, delante de Troya. Éramos millares. Incontables como lo son las flores en primavera. Y tan sólo reñíamos un deseo: la sangre de la batalla.
Héctor y los príncipes extranjeros aliados suyos reunieron entonces a sus hombres y se lanzaron fuera de la ciudad, a pie o a caballo. Nosotros oímos un inmenso estruendo. Los vimos ascender por la colina de Batiea, una colina que se erguía solitaria, en mitad de la llanura. Allí fue donde se desplegaron, a las órdenes de sus jefes. Luego empezaron a avanzar hacia nosotros, gritando como pájaros que graznan en el cielo anunciado una lucha mortal. Y nosotros marchamos hacia ellos, pero en silencio, con la rabia escondida en el corazón. Los pasos de nuestros ejércitos levantaron una polvareda que, como una niebla, como una noche, lo engulló todo.
Al final estuvimos los unos frente a los otros. Nos detuvimos. Y, entonces, de repente, de las filas de los troyanos salió Paris, semejante a un dios, con una piel de pantera sobre los hombros. Iba armado con un arco y una espada. Sujetaba en una mano dos lanzas con punta de bronce, y las blandía hacia nosotros desafiando a un duelo a los príncipes aqueos. Cuando Menelao lo vio, se alegró como el león que se lanza contra el cuerpo de un ciervo y lo devora. Pensó que había llegado el momento de vengarse del hombre que le había robado a su esposa. Y saltó a tierra desde su carro, empuñando las armas. Paris lo vio y el corazón le tembló. Se replegó entre los suyos, para huir de la muerte. Como un hombre que ha visto una serpiente y da un salto hacia atrás, y tiembla, y huye, pálidas sus mejillas. Así lo vimos huir. Hasta que Héctor lo detuvo, gritándole: «Maldito Paris, mujeriego, mentiroso. ¿No ves que los aqueos se están riendo de tí? Creían que eras un héroe, sólo porque se dejaban impresionar por tu belleza. Pero ahora saben que no tienes valentía y que no hay fuerza en tu corazón. Precisamente tú, que, siendo huésped de Menelao en tierra extranjera, te llevaste a su esposa, y regresaste a tu casa junto a esa mujer hermosísima. Pero aquélla era gente guerrera, Paris, y tú te has convertido en la ruina de tu padre, de tu ciudad, de todo el pueblo. ¿Y ahora no quieres enfrentarte a Menelao? Lástima, así podrías descubrir qué clase de hombre es ese al que le robaste la esposa. Y te revolcarías en el polvo, descubriendo lo inútiles que son tu cítara y tu hermosísimo rostro y tu melena. ¡Ah, qué cobardes somos nosotros, los troyanos! Si no fuera así, ya estarías sepultado bajo un montón de piedras, para expiar todo el mal que has hecho.»
Entonces Paris respondió: «Tienes razón, Héctor. Pero tu corazón es inflexible, como un hacha que se hunde en la madera, recta… Me echas en cara mi belleza…, pero tú tampoco desdeñas los dones de los dioses. Las virtudes que los dioses nos han regalado, ¿podemos rechazarlas?, ¿acaso podemos escogerlas? Escúchame: si quieres que me bata en duelo, haz que se sienten todos los troyanos y todos los aqueos, y deja que Menelao y yo, ante los ojos de los dos ejércitos, nos enfrentemos por Helena. Aquel que venza se quedará con la mujer y todas sus riquezas. Y en cuanto a vosotros, troyanos y aqueos, firmaréis un tratado de paz, y los troyanos empezarán a vivir en la fértil tierra de Troya y los aqueos volverán a Argos, junto a sus riquezas y sus mujeres, hermosísimas.»
Grande fue la alegría de Héctor cuando escuchó esas palabras. Avanzó, él solo, entre los dos ejércitos, y levantando al cielo la lanza hizo una señal a los troyanos para que se detuvieran. Y ellos lo obedecieron. Nosotros empezamos enseguida a apuntarle, con flechas y piedras, y entonces Agamenón gritó: «¡Deteneos, aqueos, no le disparéis! ¡Héctor quiere hablarnos!» Y entonces nosotros también nos detuvimos. Se hizo un gran silencio. Y en ese silencio Héctor dijo, hablando para los dos ejércitos: «¡Escuchadme! Escuchad lo que dice Paris, el que ha desencadenado esta guerra. Quiere que depongáis las armas, y pide luchar él solo contra Menelao, y decidir en un duelo quién se quedará con Helena y con sus riquezas.»
Los ejércitos permanecieron en silencio. Y entonces se oyó la voz poderosa de Menelao: «Escuchadme a mí también, que soy el ofendido y que más que cualquier otro tengo un dolor que debe ser vengado. Cesad de combatir, porque ya habéis sufrido bastante por esta guerra que Paris desencadenó. Combatiré yo, contra él, y será el destino el que decidirá quién de nosotros dos debe morir. Vosotros encontrad un modo de hacer las paces lo más rápido posible. Que los aqueos vayan a coger un cordero para ofrendárselo a Zeus. Y vosotros, troyanos, conseguid un cordero blanco y otro negro, para la Tierra y el Sol. E id a avisar al gran rey Príamo, para que sea él quien sancione las paces: sus hijos son soberbios y desleales, pero él es un anciano y los ancianos saben mirar al pasado y al futuro, juntos, y comprender lo que es mejor para todos. Que venga él y se firmen las paces: y que nadie ose infringir los pactos sancionados en el nombre de Zeus.»
Yo oí sus palabras y luego vi la alegría de aquellos dos ejércitos, unidos de manera imprevista por la esperanza de poner fin a aquella luctuosa guerra. Vi a los guerreros bajarse de los carros, y quitarse las armas que llevaban y dejarlas en el suelo, cubriendo los prados de bronce. Nunca había visto la paz tan cercana. Entonces me di la vuelta y busqué a Néstor, al viejo y sabio Néstor. Quería mirarlo a los ojos. Y en sus ojos ver morir la guerra, y la arrogancia de quien la desea, y la locura de quienes la libran.