jueves, 31 de julio de 2014

Abraza a tu asesino

Abraza a tu asesino


Abraza a su asesino para lograr su clemencia: ¿te enfadarías mucho conmigo si sobreviviera? Hermano... hermano: ¿qué he hecho para que me asesines? Dos pájaros vuelan sobre nosotros, apunta hacia arriba. Dispara tu infierno lejos de mí... ven a la choza de mi madre para que te prepare las habas. ¿Qué dices? ¿Qué dices? ¿No soportas mi abrazo ni mi olor? ¿Estás cansado del miedo que me habita? Entonces arroja ese revólver al río. ¿Qué dices?... ¿Un enemigo en la ribera del río ha dirigido su metralleta hacia el abrazo? Entonces dispara contra el enemigo. Escaparemos juntos de sus balas y escaparás de tu delito. ¿Qué dices? ¿Me matarás para que el enemigo vuelva a su casa/nuestra casa y tú retornes al juego de la caverna? ¿Qué has hecho con el café de mi madre y de tu madre? ¿Qué crimen he cometido para que me asesines, hermano? No desataré la cuerda del abrazo. No te dejaré. 

miércoles, 30 de julio de 2014

José Emilio Pacheco





 José Emilio Pacheco
Escritor oriundo de México, nacido el 30 de junio del año 1939.
Fallecido en enero de 2014

lunes, 28 de julio de 2014

Ángel González II

  ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                    Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

Final conocido
     
     Después de haber comido entrambos doce nécoras,     
alguien dijo a Pilatos:
                               -¿Y qué hacemos ahora?
Él vaciló un instante y respondía
(educado, distante, indiferente):
-Chico, tú haz lo que quieras.
                                    Yo me lavo las manos.

jueves, 24 de julio de 2014

Ángel González

Cumpleaños de amor
¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
—prolongándome, vivo, hacia la muerte—
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.

Carta sin despedida
A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.

A veces -o mejor dicho:
casi nunca-,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
-quizá por imposible y por lejano.

Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame

viernes, 18 de julio de 2014

Santa María la Real

Santa María la Real


Sede de la Fundación que lleva su nombre y que se ha convertido en la gran referencia de la conservación de la arquitectura románica no sólo en Palencia, sino en toda España. Es además un punto de información imprescindible para visitar muchas de las iglesias del norte de Palencia.

jueves, 17 de julio de 2014

San Salvador de Cantamuda

Al norte de Cervera, en el Condado de Pernia, ya muy cerca de Cantabria, se esconde en este minúsculo pueblo una de las iglesias más representativas del románico palentino, fundada en 1181 por la Condesa Doña Elvira en tiempos de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet. Llaman la atención sus tres ábsides, su espadaña y en el interior, la mesa del altar. Hay que preguntar por la llave a cualquier vecino del pueblo.



miércoles, 16 de julio de 2014

Santa María del Camino

Santa María del Camino en Carrión de los Condes
Aunque esta población clave en el Camino de Santiago cuenta con otras iglesias románicas como la de Santiago, famosa por su Pantocrator, o el Monasterio de San Zoilo, el edificio más significativo es esta iglesia conocida por su portada dedicada a la Adoración de los Magos.




martes, 15 de julio de 2014

El románico palentino más carismático

San Martín de Frómista

Arquetipo y síntesis del estilo románico, construida en el S.XI, es uno de los hitos del Camino de Santiago. Horario: 9.30 a 14 y de 16.30 a 20h (de lunes a domingo) Entrada: 1,50 euros. En la iglesia de Santa María del Castillo se ha montado Vestigia, un centro de  interpretación sobre el Camino de Santiago.



lunes, 14 de julio de 2014

La uvas de la ira. John Steinbeck

" —¿No piensas en qué pasará cuando lleguemos? ¿No temes que quizá no sea tan bonito como pensamos? 
—No —replicó con rapidez. No lo temo. No debes hacer eso. 
-Yo tampoco. Es demasiado, es vivir demasiadas vidas. Delante de nosotros hay mil vidas distintas que podríamos vivir, pero cuando llegue, sólo será una. Si voy adelante en cada una de ellas, es excesivo. "

viernes, 11 de julio de 2014

La tragedia de Palestina

Uno puede caer en la tentación de pensar que el Mundial de Brasil es buena coartada para ocultar la matanza que en estos días sufre Gaza. Pero la verdad es que no hace falta el ruido del fútbol, no son necesarias las sonoras lágrimas de los brasileños por su eliminación, ni las discusiones internacionales sobre la pasividad de Messi o la lesión de Neymar. Palestina soporta muchos años de injusticia, de tortura, de muertes sin que los gobernantes del mundo tomen una decisión real para detener la catástrofe.

No hacen falta muchos recursos para ocultar el crimen. Basta la vida cotidiana, el pasar de los días, el tráfico normal de las calles, el rumor de las oficinas y los supermercados para borrar, por ejemplo, las condiciones extremas de crueldad en la que viven más de millón y medio de personas en un campo de concentración llamado Gaza. Porque el dolor es allí la rutina. Puede incluso afirmarse que la dureza de los castigos coyunturales es menos grave que la normalidad.

Impresiona que un atentado terrorista se resuelva con la venganza de un Estado sobre la población civil. Todo es desmedido en el conflicto entre Hamás e Israel. Tres jóvenes israelíes son asesinados y se produce la reacción. Aunque es un acto bárbaro, entra en la lógica del odio que otros jóvenes israelíes secuestren a un muchacho palestino y lo quemen vivo. La barbarie privada contra la barbarie. Pero está fuera de toda decencia pública y política que un Estado tome la decisión de bombardear a la gente, de destruir casas e infraestructuras, de asesinar a más de 50 personas para dejar claro que siente también odio, que no hay otro futuro que la fuerza y el odio. Todo es desmedido y desigual. Mientras unos tiran cohetes como piedras, los otros ponen en marcha una maquinaria de destrucción rotunda y un ejército capaz de invadir sin oposición un territorio ajeno.

Las víctimas y los verdugos frente a frente. En este conflicto, como en la mayoría de los conflictos en el mundo de hoy, no hay buenos y malos. Es difícil identificarse con la ética y las estrategias de ningún bando. Los valores son excluidos en el vértigo de la realidad. Quedan las personas. He hablado mucho con ciudadanos israelíes con los que me identifico a la hora de opinar sobre la situación y sobre las injusticias que comete su Gobierno. No consigo cruzar dos palabras con los partidarios de Hamás. Me separa de ellos un abismo cuando opinan sobre la vida y la muerte. No, no son los “buenos”, no son “los nuestros” esos que llevan la voz cantante en la política palestina. Pero aunque no haya buenos y malos entre las voces cantantes, sí hay víctimas y verdugos entre la gente. Y las víctimas en una inmensa mayoría son hombres y mujeres de Palestina que sufren una de las explotaciones más infames que se han producido en la barbarie y la rutina de la historia contemporánea.

Porque lo peor en Gaza ocurre cuando no sucede nada. La tragedia no tiene que ver con los bombardeos, ni con un ejército reservista dispuesto a invadir el territorio enemigo. Lo peor se llama normalidad, la existencia cotidiana de un mundo en el que muchas personas, expulsadas de sus casas, soportan la miseria, el racismo y el olvido. La normalidad significa vivir en un lugar en el que colonos insaciables de Israel ocupan tierras sin ningún derecho. La normalidad significa que un 90% de la población viva en la pobreza. La normalidad significa que el agua potable sea un bien más valioso que el oro. Significa que el mundo haya aceptado un Apartheid que viola de forma rutinaria los derechos humanos.

A veces hay un bombardeo y las imágenes de los cadáveres llaman la atención. Se rompe por un momento el silencio. Pero lo que ocurre en el silencio es más infame que aquello que de vez en cuanto iluminan las llamaradas de las bombas.

Y no hay futuro. El odio es un presente perpetuo. La población Palestina está condenada al odio. Los ciudadanos de Israel están condenados al odio. El mundo gira sin que hoy parezca posible una ilusión pública capaz de ordenar la convivencia. Sin derechos humanos, sin libertad, sin fraternidad, sin igualdad, el mundo gira. Y las soluciones de los pragmáticos se han demostrado tan injustas como los sueños de los fanáticos. Entre unos y otros han roto la posibilidad de un Estado que no dependa del odio, de las razas, de los mercaderes de armas, de la avaricia de los banqueros. Nadie defiende ya un Estado que sea patrimonio de los ciudadanos.

Luís García Montero. 

jueves, 10 de julio de 2014

Donde habite el olvido. Luís Cernuda

Donde penas y (des)dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;

Donde habite el olvido.

Luis Cernuda

lunes, 7 de julio de 2014

El mundo hiere. Javier Marías

En 1984 daba yo unos cursos de Traducción en el Wellesley College de Massachusetts. Les pasaba a las alumnas (era una Universidad femenina) breves textos en español e inglés para que los vertieran a la otra lengua, como ejercicio. Uno fue un pasaje de Juan Rulfo en el que, si mal no recuerdo, lo más osado que había era un comentario sobre lo caliente que estaba la tierra sobre la que dormían tres personajes de viaje, una mujer y dos hombres, y cómo ese calor emanado por el suelo se trasladaba a los cuerpos, que despedían a su vez su calor de unos a otros (pero a distancia, no se crean). Una alumna se me acercó y me dijo que su moral le impedía traducir aquel fragmento, y me pidió uno alternativo. No entendí nada, en verdad no sabía a qué se refería ni qué “moral” podía entrar en conflicto con algo tan inocente y neutro. No sé, si les hubiera dado el arranque de Santuario de Faulkner, en el que una mujer es violada con una mazorca de maíz (de nuevo si no me equivoco) … La joven insistió en que aquello era demasiado sexual. Yo no veía sexualidad por ningún lado y no me hacía mucha gracia crear un precedente de traducciones “a la carta”, digamos. Cualquier mojigata podía ver obscenidad en Platero y yo, por ejemplo, y así hasta el infinito. Pero consulté con las colegas del departamento y las órdenes fueron tajantes: “Dale otra pieza. Las alumnas son susceptibles y podrían meternos en líos. Total, no vale la pena arriesgarse”. Obedecí (al fin y al cabo yo estaba allí de paso) y la estudiante tranquilizó su conciencia y su ánimo turbado por el pobre Rulfo.

Me he acordado de esta anécdota remota (que me disculpen los memoriosos si ya la he contado; son muchos años) al leer que cada vez hay más alumnos estadounidenses que ponen reparos a las lecturas que sus profesores les recomiendan o programan. Y exigen que, como mínimo, se les advierta de lo que van a encontrar en ellas. De que El gran Gatsby “contiene pasajes violentos y misóginos”, o de que en Huckleberry Finn “hay vocablos y actitudes racistas”. Consideran que lo que hagan o digan los personajes ficticios de una novela o de un drama “puede herir su sensibilidad”, o algunas escenas causar “síntomas de estrés postraumático” a quienes hayan sido víctimas de violaciones o ex-combatientes de guerra, o tengan pánico incontrolable a esas amenazas. En la Universidad de California (Estado pionero de casi todas las pusilanimidades), el consejo de estudiantes ha solicitado formalmente que se incluyan estos avisos. Y claro, las obras que menos se libran son las que ocupan lugar fijo en los planes de estudios: El mercader de Venecia, “por contener ideas antisemitas”, o La señora Dalloway, de Virginia Woolf, “porque supuestamente incita al suicidio”. La cosa se parece a los carteles que en el ámbito anglosajón aparecen al principio de las películas y series televisivas (destinados a padres y niños), en los que se advierte que lo que va a proyectarse incluye “violencia, tacos, escenas de sexo, desnudez” y últimamente, en el colmo de la histeria pacata, “escenas en que se fuma”. Esto habrán de agregarlo a todas las cintas de la historia anteriores al 2000 por lo menos, de La diligencia a Casablanca, de Cantando bajo la lluvia a Sonrisas y lágrimas, a menos que prosperen las demenciales propuestas de borrar digitalmente todos los cigarrillos, habanos y pipas del celuloide (Groucho Marx quedaría idiota en todos sus planos, con una mano vacía en la boca; pero de todo es capaz la grotesca censura contemporánea).

A lo que más recuerdan estas prácticas, sin embargo, a los que las conocimos, es a las fichas que colgaban a las puertas de las iglesias durante el eterno franquismo, en las que se advertía a los feligreses de los peligros acechantes en tal o cual película, por mucho que el “permisivo” Gobierno hubiera autorizado su exhibición en las salas. Tras un resumen del argumento, al final se señalaba: “Defectos de forma” (eso significaba que se veía un escote o una mujer en combinación, por ejemplo). “Defectos de fondo” (eso, que había adulterio o conductas “inmorales” entre los personajes). “Ambiente malsano, falta de arrepentimiento, comportamientos licenciosos” y gravedades por el estilo. No hace falta decir que cuantas más líneas para rehuir el pecado, más gente corría a ver la película. Algunos profesores americanos se llevan las manos a la cabeza ante estas iniciativas tan semejantes a las de la Iglesia cómplice y beneficiaria de una interminable dictadura: “Cualquier alumno que se sintiese aludido por alguna materia que se impartiese en clase podría presentar una queja y desencadenar un proceso legal muy tortuoso para la comunidad educativa”, alega uno. Pero llevan las de perder, me temo, puesto que hay otros que se alinean con los estudiantes más puritanos y remilgados: “Tenemos alumnos con problemas graves y hay que tratarlos con respeto y consideración”, opina una vicedecana. Lo cual supone alertarlos o evitarles desde la Ilíada y la Biblia (en las que hay adulterios y matanzas sin cuento) hasta Hamlet (en la que hay fratricidio, más adulterio, crueldades psicológicas y atisbos de incesto). Aquí ya tenemos una legión de cursis que suprimen de los cuentos infantiles cuanto les parece violento, triste, sexista o desagradable. En realidad estos jóvenes y quienes los “protegen” quisieran evitarse y evitarles la vida. Yo no sé por qué sus padres los pusieron en el mundo y sus profesores algodonosos consienten que en él sigan; porque es un lugar que antes o después hiere la sensibilidad de cualquiera.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 6 de julio de 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

La segunda mujer




Cuando Ayse celebra su boda en el pueblo en el que vive, todos creen que se ha casado con Hasan, un guapo joven poco mayor que ella. Pero en realidad Ayse abandona Turquía para convertirse en la segunda esposa de Mustafá, el padre de Hasan. Al llegar a su nuevo hogar en Viena algunos de los hijos mayores le dan la espalda pero Fatma, la primera esposa de Mustafá la acoge como una buena sucesora que atenderá y cuidará la familia cuando ella no esté. Las dos mujeres inician una amistad muy especial basada en la confianza total. Pero esta relación se verá cuestionada cuando la familia tenga que enfrentarse a un difícil golpe del destino.