miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 29 de septiembre de 2015
lunes, 28 de septiembre de 2015
domingo, 27 de septiembre de 2015
sábado, 26 de septiembre de 2015
viernes, 25 de septiembre de 2015
Estoy sentado. Juan Gelman
Estoy sentado
Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti.
Me he acostumbrado a beber la noche lentamente, porque sé que la habitas, no importa dónde, poblándola de sueños.
El viento de la noche abate estrellas temblorosas en mis manos, que aún no se conforman, viudas inconsolables de tu pelo.
En mi corazón se agitan los pájaros que en él sembraste y a veces les daría la libertad que exigen para volver a ti, con el helado filo del cuchillo.
Pero no puede ser. Porque estás tan en mí, tan viva en mí, que si me muero a ti te moriría.
Juan Gelman
Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti.
Me he acostumbrado a beber la noche lentamente, porque sé que la habitas, no importa dónde, poblándola de sueños.
El viento de la noche abate estrellas temblorosas en mis manos, que aún no se conforman, viudas inconsolables de tu pelo.
En mi corazón se agitan los pájaros que en él sembraste y a veces les daría la libertad que exigen para volver a ti, con el helado filo del cuchillo.
Pero no puede ser. Porque estás tan en mí, tan viva en mí, que si me muero a ti te moriría.
Juan Gelman
miércoles, 23 de septiembre de 2015
miércoles, 2 de septiembre de 2015
martes, 1 de septiembre de 2015
Poema del domingo triste.
Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido, ya no miente.
La soledad, a veces, es el peor castigo...
Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!
Entonces no querría mirar las nubes grises,
formando extraños mapas de imposibles países;
y el monótono ruído del agua no sería
un motivo secreto de mi melancolía.
Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive,
y el corazón se muere de un ensueño que vive.
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo;
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenio impudor de una niña desnuda.
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste,
¡qué alegre me sería este domingo triste!
JOSÉ ÁNGEL BUESA
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