Una mañana, nos regalaron un conejo de indias.
Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado:
jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
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