viernes, 6 de diciembre de 2019

Lest we forget.


Lest we forget                                                                                                   

Do i dare disturb the universe? T.S. Elliot

May the time hurt us with a slash,
may our love shelter ourold faith
whithout the luggage of the years.
Lest we forget.

Beyond the light of our failure
whose spit is so hard to bear,
there is a light that never goes out,
Lest we forget.

How is it, after our first death?
Being young won't come back again
no remorse,or sorrow or grieve
lLest we forget

Let our bloody scar drip freely,
for the past paths we wild not take
they led us through the time to us
Lest we forget

Our joint life, it flames in glory
no sorrow when we meet our fate,
that turns us a handful of dust,
Lest we forget.

We have survived to our desires
and found the music in ourselves.
we poured our souls in each other
Lest we forget

We rejooice as we dawn lastly
she'll our soft bodies' flesh waste
we will be ash, but ash in love
Lest we forget

Do not try to sweep up the wood
do not rush into endless death's
dominion:it's past and future.
Lest you forget




No lo olvidemos

¿Me atrevo a perturbar el universo? T.S. Elliot

Que el tiempo nos hiera con un corte,
que nuestro amor proteja nuestra antigua fe
sin el equipaje de los años.
No lo olvidemos.

Más allá de la luz de nuestro fracaso
cuya saliva es tan difícil de soportar,
hay una luz que nunca se apaga,
No lo olvidemos.

¿Cómo es, después de nuestra primera muerte?
Ser joven no volverá otra vez
sin remordimiento, ni pena ni aflicción
Para que no olvidemos

Deja que nuestra cicatriz sangrienta gotee libremente,
por los caminos del pasado que no tomamos
nos llevaron a través del tiempo hasta nosotros
No lo olvidemos

Nuestra vida conjunta, arde en gloria
sin pena cuando nos encontramos con nuestro destino,
eso nos convierte en un puñado de polvo,
No lo olvidemos.

Hemos sobrevivido a nuestros deseos.
y encontramos la música en nosotros mismos.
derramamos nuestras almas el uno en el otro
No lo olvidemos

Nos regocijamos al amanecer por fin
ella desperdiciará la carne de nuestros cuerpos blandos
seremos cenizas, pero cenizas en el amor
No lo olvidemos

No intentes barrer la madera
no te apresures a la muerte sin fin
dominio: es pasado y futuro.
Para que no te olvides


Ricardo S.P.

martes, 25 de junio de 2019

Volver a leerlo. Enrique Vila-Matas

No hay nada igualable a la felicidad de ver cómo un cuento que nos pareció fascinante, nos sorprende de nuevo en su relectura


En extrañas circunstancias perdí Tema libre, de Alejandro Zambra, por lo que al llegar a Madrid, a la Feria, tuve que hacerme con otro ejemplar del libro en la caseta de Méndez. Por la noche, en el hotel, revisando lo que días antes ya había leído con atención en aquellas páginas, me detuve de nuevo en el párrafo en el que Zambra dice que un profesor nunca debiera darles a sus estudiantes libros que entendiera del todo y que más bien sería mejor que sintiera la necesidad de compartir con ellos los libros que, pareciéndole fascinantes, no acabara de comprender. Y añadía: “Esto es clave, pienso yo: lo que nos importa de un libro está asociado a la sensación de que hay algo que no entendemos del todo. La felicidad de la lectura está asociada a la posibilidad de la relectura”.
He ejercido de profesor en contadas ocasiones, diría que unas 10, máximo. Y en una de ellas, la que más recuerdo, pedí a los alumnos de Bellaterra, en junio del 2000 –estaba una jovencísima Llucia Ramis entre las alumnas– que me ayudaran a entender El gato bajo la lluvia, que era, les dije, un cuento de Hemingway que me fascinaba, aunque no acababa de entenderlo del todo y aún menos que a García Márquez le pareciera el mejor del mundo.
Fue todo un espectáculo escuchar las interpretaciones de la elíptica trama que dieron los alumnos. Y, años después, Juan Marsé, informado misteriosamente por alguien de lo sucedido en aquella aula, escribió un breve texto, ¿Dónde está el gato?, donde decía que ya no podríamos conocer las razones de Gabo para considerar aquel relato el mejor del mundo, pero que siempre podíamos quedarnos con esta imagen que habitaba el cuento: “Una mujer joven, apasionada y caprichosa, profundamente aburrida en un hotel extranjero, un día lluvioso, mirando por la ventana. El despistado marido leyendo en la cama, pasivo e indiferente, totalmente ajeno al deseo arrebatado que lleva a su mujer a rescatar al gato callejero bajo la lluvia… Quiero un gato. Quiero un gato. Ahora mismo”.
Me sorprendió, el otro día en la Feria, lo que me contó un joven lector: hace unos cuantos años, su profesora de literatura les pidió que la ayudaran a comprender El gato bajo la lluvia, un relato que a ella, aun no captándolo del todo, le había encantado. Me sorprendió esto y, en contacto yo todavía con lo que Zambra decía en Tema libre, no pude más que aplaudir en silencio la iniciativa de aquella desconocida profesora, a la que estoy ahora, ahora mismo, imaginando en una calle cualquiera, con un paraguas bajo la lluvia, buscando al gato errante en la intemperie, feliz ella al recordar que un día sugirió a sus alumnos que la lectura siempre estuvo asociada a la posibilidad de la relectura. Y es que quizás no haya nada igualable a ese tipo de felicidad, nada parecido a saber, por ejemplo, que ese cuento de Hemingway, o simplemente aquello que en su día leímos y que tan raro y fascinante nos pareció y que, para colmo, en la siguiente lectura volvió a sorprendernos y a golpearnos, está ahí, sigue ahí y es increíble, pero podemos volver a leerlo.
El País, 25 de junio de 2019.