viernes, 2 de julio de 2010

Memoria de los Moriscos en la Biblioteca Nacional



Estaban en el punto de mira de la Inquisición, con una amenazadora orden de expulsión que les obligababa a despedirse de sus casas, sus vecinos y sus vidas. Pero confiaban en que no fuese para siempre. Así que los últimos musulmanes españoles escondieron sus manuscritos en huecos abiertos entre los muros de sus viviendas, les añadieron piedras de sal y sacos de espliego para protegerlos de la humedad y los envolvieron en paños de lino.Entre 1609 y 1610, acosados por el decreto de expulsión del rey Felipe III, salieron los últimos moriscos del valle del Jalón, en Aragón. El final de la historia ya se conoce: no volvieron, se fusionaron con las comunidades musulmanes de los países de acogida (sobre todo el Norte de África) y, en muchos casos, desplegaron una activa campaña contra el cristianismo.


Cuando aquellas casas del valle aragonés comenzaron a derribarse afloraron los manuscritos escritos en algo parecido al árabe. Los expertos tardaron años en descubrir que en realidad era lengua castellana escrita con grafía árabe (se conoce como escritura aljamiada) y es la única herencia cultural de los últimos musulmanes españoles que, a diferencia de los andalusíes, no legaron un patrimonio monumental.
Apenas hay 250 libros aljamiados en el mundo. Y desde el 18 de junio más de un centenar pueden verse en la Biblioteca Nacional de España (BNE) en la exposición Memoria de los moriscos. Escritos y relatos de una diáspora cultural, nutrida con fondos aportados por la Biblioteca Nacional de París, la Biblioteca Real o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), entre otras instituciones. "La cultura aljamiada es menos conocida que la andalusí", afirmó el comisario de la muestra, Alfredo Mateos Paramio.
Su origen, añade el comisario, arranca del deseo de los musulmanes de no perder su cultura en unos años difíciles de acoso a todo lo relacionado con el islam, desde la lengua a la religión. "La escritura aljamiada es un invento de los moriscos del interior que están olvidando el árabe", sostuvo Mateos. Gracias a ellos se tradujo el Corán al castellano por decisión de de Iça de Gebir, que reclamó un islam en su lengua natal. Este original, cedido por la Biblioteca de Toledo, puede verse en la exposición junto a manuscritos literarios -con narraciones orales al estilo de Las mil y una noches-, recetas de cocina, códigos jurídicos, textos médicos, poesía morisca dedicada a Alá o testimonios de los moriscos expulsados al exilio. También se expone el texto escrito por Puey Monçon tras su viaje a La Meca, que se puede descargar en el portal de la Biblioteca Digital Hispánica.

Destacan, de entre el más del centenar de piezas expuestas, la primera traducción completa del Corán al castellano; el tratado del Mancebo de Arévalo, obra en la que un misterioso morisco recorre España entrevistando musulmanes a escondidas de la Inquisición; el Alkitab de Samarqandí, una colección de relatos ejemplarizantes o el Poema de Yusuf. Asimismo se reúnen los últimos testimonios de los moriscos desde su exilio en el norte de África, inmediatamente después de la expulsión, o los de aquellos que fueron procesados por la Inquisición.

Unos 45 expertos han colaborado en la exposición, cuyo asesor literario ha sido el Premio Cervantes José Jiménez Lozano.

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