jueves, 21 de abril de 2011

Sobre los enamoramientos

La sombra de Shakespeare

Puede que sea la Semana Santa, pero a uno le ocurre, estos días, que recuerda a Stendhal en Civitavecchia: «De vez en cuando necesito mantener una conversación inteligente. Un libro, una novela es una conversación, un diálogo, un cruce de vidas y de asuntos. Al escritor que le falta talento —es decir, conversación— lo suple con la intensidad del sentimiento. En el caso de Javier Marías y su inteligentísima Los enamoramientos, hay talento, a raudales, y talento narrativo, y hay sentimiento. Talento para la reflexión, sentimiento para la pasión. La sombra de Shakespeare, del Macbeth al que anuncian la muerte de su mujer y él responde: «She should have died hereafter» («Debería haber muerto a partir de ahora») recorre esta espléndida novela y advierte, como el propio autor ha declarado, que «la mayor traición es que un amigo te difame».

La envidia, los celos, la difamación son los instrumentos con los que se construye esta inteligente trama de anhelos y miserias, y la presencia de los muertos (Joyce) en los avatares, en la memoria de los vivos, un jardín de odios y obsesiones, de amores y pérdidas que se bifurcan, como variaciones melancólicas, desengañadas a una melodía largo tiempo oculta. Después de la soberana y monumental trilogía Tu rostro mañana, Los enamoramientos es el pensamiento hecho estilo literario, tiempo verbal. Sí, la muerte es el final, no hay regreso, no hay nada, solo el misterio de la vida que dejaste y te dejó, y el resto es silencio, porque, como Duchamp, al final, siempre, los que se mueren son los otros. Soberbia novela.

FERNANDO R. LAFUENTE

Abc, 21 de abril de 2011

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