viernes, 16 de enero de 2015

Marca de agua. Joseph Brodsky

Permítame que repita algo: el agua es igual al tiempo y proporciona un doble a la belleza. Hechos en parte de agua, nosotros servimos a la belleza de la misma forma. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la imagen del tiempo, embellece el futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo. Porque, mientras nosotros nos movemos, la ciudad es estática. La lágrima es prueba de ello. Porque nosotros partimos y la belleza permanece. Porque nosotros miramos hacia el futuro y la belleza vive en un eterno presente. La lágrima es un intento de permanecer, de quedarse rezagado, de fundirse con la ciudad. Pero eso va contra las reglas. La lágrima es una vuelta atrás, un tributo del futuro al pasado. O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre. Lo mismo sucede en el amor, porque nuestro amor es también más grande que nosotros mismos (“Marca de agua” Joseph Brodsky) 


Un mosaico de 51 breves secuencias, en el que Joseph Brodsky se sirve de sus visitas anuales a Venecia para meditar sobre la relación entre el agua y la tierra, la luz y la oscuridad, el tiempo presente y el pasado, el deseo y su satisfacción, la vida y la muerte. Estampas poéticas, estampas venecianas, estas reflexiones acerca de la ciudad abren brechas en la memoria del escritor, que entrelaza recuerdos personales con hechos acaecidos en esta ciudad de agua. 

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