lunes, 1 de diciembre de 2008

Cuerpo a cuerpo con la literatura


Feria Internacional del Libro de Guadalajara



Arranca en la ciudad mexicana el mayor acontecimiento de las letras en español



Desde hace dos días no dejan de llegar aviones llenos. De escritores que apenas lo son y de otros que ya no se bajarán jamás de la memoria de los lectores. El primero en aparecer, muy de mañana, fue Gabriel García Márquez. Ya de noche, un niño de apenas seis años le pidió que se parara para hacerle una fotografía con el teléfono móvil de su madre. El escritor -cansado después de un día de demasiado ajetreo para sus 81 años- no sólo se paró, sino que se agachó, le regaló una mueca divertida, se interesó por el resultado del retrato y después revolvió el pelo del crío que sonreía feliz. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara que se inauguró ayer es el mayor acontecimiento de la literatura en español, pero también -o sobre todo- es una fiesta, un lugar de encuentro entre un premio Nobel y un chaval, contagiados los dos por la energía de una ciudad y de un país que se agarran a la literatura como salvoconducto a un futuro menos terrible que el presente.



Hay un libro sobre el despacho de Nubia Macías, la directora de la feria. Tiene 206 páginas. Es un catálogo, sólo un catálogo. Pero lo que trae dentro es la promesa de una semana inolvidable para cualquier aficionado a la aventura de leer. Hasta el 7 de diciembre, y sobre un escenario de 4.000 metros cuadrados, los que escriben los libros compartirán con quienes los leen -en un cuerpo a cuerpo que no se produce en ninguna otra feria- su pasión por la literatura.


De esa refriega gozosa no escapará ni Carlos Fuentes -agasajado en su 80 cumpleaños- ni António Lobo Antunes ni Ken Follet ni Carlos Monsiváis... Mil jóvenes se sentarán frente a John Boyne -autor de El niño con el pijama de rayas- y le preguntarán por su manera de contar el Holocausto. Y se presentará la Cátedra de estudios Jesús de Polanco, el hombre cuya trayectoria como editor de libros, apasionado por América Latina, fue premiada por esta feria. Y los niños les preguntarán sus dudas a los autores de los cuentos y luego harán un periódico en una rotativa pequeña. Y se hablará de música, de cine, de periodismo...


Fue precisamente por el periodismo por donde la feria -que este año tiene a Italia como país invitado- empezó a caminar. La reportera mejicana Alma Guillermoprieto pronunció una conferencia en la Cátedra Cortázar, Cómo ser periodista y no morir en el intento. En el estrado, García Márquez la miraba con atención cuando ella contó sus andanzas por América Latina, su llegada al periodismo en la Nicaragua de la revolución sandinista -"para mí la vida se había vuelto mejor que cualquier lectura"-, o su tristeza al ver a una madre pidiendo limosna para poder enterrar al hijo que yacía a su lado en una calle de El Salvador: "Si no tomaba yo nota de la muerte de aquel muchacho, ¿quién? Nuestro trabajo ha sido una cruz que han cargado las víctimas...". El premio Nobel seguía mirándola. Y diciendo que sí con la cabeza.


Y volvía a asentir Gabriel García Márquez cuando Alma Guillermoprieto -periodista como él al fin y al cabo- enmarcó la feria en el contexto en que se celebra. La terrible violencia que padece México -el viernes fueron asesinadas otras 12 personas y el parte de bajas supera ya la espantosa cifra de los 4.700 cadáveres en lo que va de año- y la crisis financiera, de consecuencias impredecibles, que atenaza al mundo "con un miedo helado".



Fue justo después de esa conferencia cuando García Márquez se encontró con el chaval y se dejó hacer la foto. A unos metros de ellos, el ambiente pesado de la ciudad de Guadalajara, los policías apostados en las esquinas para garantizar la seguridad de la feria, los coches blindados, los guardaespaldas... Pero, por encima de todos esos reflejos ciertos de la situación que atraviesa México, se impuso la sonrisa cómplice del viejo escritor y del muchacho.


Durante una semana, escritores, lectores, libreros, agentes literarios y editores también se confabularán con los vecinos de Guadalajara para que el presente sólo sea un capítulo pasajero de una historia hermosa.





Fuentes y Gabo celebran su amistad en Guadalajara



Pocas veces un silencio reúne tanta gente como lo hizo Gabriel García Márquez durante el acto central de homenaje a Carlos Fuentes, y para el que quiso rodearse de "sus amigos". Amigos como Carlos Monsivais, Sergio Ramírez Steven Boldy o el propio Gabo, que no pronunció ni una sola palabra pero que inundó el local con su sola presencia. Gritos de júbilo, aplausos descontrolados y un recinto desbordado para recibir al nobel colombiano, que sólo respondió levantando sus manos y cerrándolas frente al auditorio.


A pesar de que se trataba del acto central de homenaje a Carlos Fuentes en el marco de su ocho décadas de vida y cincuenta años de la publicación de 'La región más transparente' la presencia de Gabo eclipsó todo lo que tenía delante. "Escribo para no tener que hablar" dijo el moderador para explicar el silencio del colombiano.


En el homenaje central que la FIL dedicó a Carlos Fuentes, Sergio Ramírez recordó ante el auditorio cada detalle de la primera vez que se conocieron y las largas discusiones que mantuvieron sobre literatura o escritores latinoamericanos. Cuando la charla era sobre Rubén Darío, recitado en Nicaragua tanto en "colegios como en cantinas", terminaba "clareando el día", recordó Ramírez.


Carlos Monsivais rememoró el día en que descubrió la figura de Fuentes a quien oyó leer un capítulo de 'La región más transparente'. Recordó entonces la admiración que sintió ante la forma de escribir tan diferente de un joven talento que "presentaba en sociedad a la megalópolis (el Distrito Federal)" y su peculiar fusión literaria entre lo tradicional y lo moderno.


Monsivais recordó la visión crítica que ha acompañado siempre a Fuentes y los ácidos dardos que ya en la década de los 70 dirigía a una nueva clase social surgida en México al hilo del progreso económico. "Un grupo de intelectuales que diciéndose progresistas ofrecen una frívola imagen de la burguesía que critican. Un grupo identificado con el patriotismo oficial y que se olvida de los auténticos problemas del pueblo mexicano. Su cosmopolitismo no va más allá de los salones donde despliegan pasos epilépticos de surf a modo de baile" decía Fuentes en un artículo leído en público y entre risas por su amigo Monsivais.


Un encuentro de amigos y anécdotas


Repasando anécdotas el escritor mexicano recordó el día que vió "quebrarse" a Fuentes frente a la 'Plaza de las tres culturas' y como en voz alta se preguntó ¿Por qué?, pocas semanas después de la matanza de estudiantes ordenada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Pero a diferencia de Octavio Paz, Carlos Fuentes sin embargo nunca renuncio a su puesto como embajador en París.


En clave de humor Monsivais revivió también los días en casa de Luis Buñuel cuando desbarraban hasta el delirio inventando rocambolescos guiones de cine que nunca verían la luz pero cuyos papeles ya se habían repartido. Proyectos entre la ficción, el humor y la historia de México en los que "Fuentes haría de Porfirio Díaz pero que se archivó porque Buñuel no consiguió productores inteligentes". Ironizó Monsivais.


Neruda y su pijama de rayas


La replica a la larga relación literaria entre ambos la ofreció el ex diplomático cuando repasó el día que ambos se encontraron en París en casa de Pablo Neruda. "Neruda nos recibió en pijama de rayas. Con su tamaño parecía una ballena encadenada" dijo el autor de 'La muerte de Artemio Cruz'.


Pero ante el silencio y la expectación generada por la presencia de García Márquez, el propio Fuentes fungió como portavoz de la amistad que une a los dos y recordó el día que ambos decidieron entregar su vida a la literatura. Una vocación que según Fuentes estuvo bautizada con agua llegada de Colombia gracias a que Fernando Botero le presentó a Álvaro Mutis y Mutis le presentó a García Márquez. "Una amistad perdurable hecho de momentos memorables".


También el silencio de Gabo pareció suficiente para cientos de personas que lo despidieron no como un escritor, si no como una estrella de rock pocos después de su presentación mundial.

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