jueves, 5 de mayo de 2011

Más sobre Los enamoramientos de Javier Marías






El coronel Chabert. Regreso a la vida

En la nueva novela de Javier Marías, Los enamoramientos, los personajes hablan en profundidad de un libro de Balzac titulado El coronel Chabert; debaten sobre el caso que allí se plantea (que les viene al pelo), pero Marías lo hace de tal manera que no desvela cómo termina el atribulado protagonista. Quienes deseen saberlo y disfrutar de una de las novelas breves pero más intensas de ese radiólogo de la condición humana que es Balzac, tiene ahora la ocasión. Había sido publicada hace más de quince años por Valdemar y ahora la exquisita editorial Reino de Redonda la vuelve a poner en circulación con una traducción esmeradísima de Mercedes López-Ballesteros y una de esas ediciones luminosas que explican por qué a algunos nos cuesta tanto leer en e-book.

Arranca con la insistencia de un hombre de modales educados pero aspecto astroso en ser recibido por un acomodado procurador. La historia que finalmente relata ese aparente vagabundo al abogado Derville es sorprendente: dice ser el legendario Coronel Chabert ... uno de los militares más apreciados por Napoleón, fallecido en la batalla de Eylau. Explica cómo se le dio por muerto pero logró salir de entre los cadáveres y recuperarse lentamente. Pero su esposa ha vuelto a casarse con un conde y disfrutan de una lujosa vida"mientras él vive como un pordiosero tomado por loco. Chabert solicita a Derville que interceda para resolver su peliaguda situación. Las peripecias de este "resucitado" dan mucho que leer y que pensar.

ANTONIO G. ITURBE Qué leer, mayo de 2011




Invitación a vivir

JAVIER Marías presenta Los Enamoramientos y lo hace ante un público que va al Instituto Cervantes con la novela leída. Aunque invita al engaño, lo último del joven Marías, a punto de cumplir 60, no es una novela de amor y sí una hermosa historia en la que caben las pasiones que lo acompañan: la muerte y la mentira; la impunidad y la esperanza y, al final, el de-sencanto que marca el transcurrir del tiempo sabiendo que vivimos un mundo pasionalmente explorado hace miles de años. Sí, he disfrutado leyendo el libro de Marías, un rara avis lejos del oropel oficial y de los premios ministeriales que no acepta. El libro, ya digo, no es una historia de amor y sí de enamorados, que como se sabe no es la misma cosa. Así lo es en la medida en que pretendo hablar del fútbol, pero no de fútbol. Y eso que en el acto del Cervantes y siendo Marías un hombre con muchas famas y un solo equipo, explicó qué es a lo que Mourinho le obliga: «Estoy casi buscando equipo». Ya saben que hay pocas verdades, pero una de ellas es que uno puede cambiar de casa, de familia, de mujer, de religión y de amigos, pero nunca jamás de equipo. Mañana juega el Madrid en Barcelona, y ante este encuentro que me tiene hermosamente distraído, pienso que es verdad lo que se dice en Los enamoramientos, que la ficción, y el fútbol lo es en buena medida, tiene la facultad de enseñarnos lo que no conocemos.

A la salida de un cine me encuentro a Ignacio Camacho, vecino de página y barrio. Ha visto Inside Job, yo vengo del Bernabéu de ver cómo pierde el Madrid. A él no le ha convencido la película de Charles Ferguson, a mí la de Mourinho ante el Zaragoza me ha parecido deplorable. Despachamos la película en un santiamén y en plena calle Narváez nos entregamos con fruición al fútbol y a las penas y penitencias que arrastra nuestro Madrid. Lo hacemos de tal manera que entran en conversación los amigos que nos acompañan, algunos distantes y ajenos al fútbol pero no a lo que les rodea. En un momento digo: «Esto del fútbol empieza a ser para mí el único espectáculo con fuste, desde luego muy por encima de la política». Entonces Ignacio, un madridista sevillano y en consecuencia raro con autenticidad manifiesta, reclama la atención de alguien cercano: «Mira, mira lo que dice Félix. No soy el único». Al llegar a mi casa me acuerdo de Ignacio cuando miro los periódicos en Internet y leo que Zapatero dice que está combatiendo el paro que no ha generado. La majadería me parece tan monumental que enseguida Mourinho, al que deseo corta vida en el Madrid, me parece un ser apreciable. Tiene cosas de Zapatero, pero se diferencia porque sabe lo que es la verdad incluso cuando la bordea. Exagera, pero no disparata. Y jamás se esconde.


FÉLIX MADERO
ABC Día 02/05/2011


Tres de corazones.

Hoy no es tan fácil como pudiera parecerle a algunos encontrar novelas inteligentes de tema amoroso. Por supuesto me refiero a relatos que estudien narrativamente el amor, no que se limiten a presentar sin más dentro de otras tramas historias de enamorados. Y más difícil todavía, que traten del amor heterosexual, el que menos curiosidad despierta actualmente en la literatura erótica audaz y sutil. De modo que poder disfrutar de tres obras de tales características y primera categoría, publicadas casi al unísono, es algo digno de celebrarse. A tal ditirambo dedico esta nota, dichoso además porque hayan sido escritas por tres de mis novelistas actuales favoritos.

[…]

La personalidad literaria de Javier Marías es tan inconfundible que a sus adictos se nos ha hecho larga su ausencia narrativa. Los enamoramientos (Alfaguara), su última novela -acompañada como de costumbre por el pataleo de quienes aspiran por llegar en literatura al establishment pero deben seguir en el establo- logra que la espera haya merecido la pena. Con su característica y tensa filigrana, desmenuza dentro de una sorprendente historia los roles dramáticos que interpretan el azar, la curiosidad, la seducción, la envidia, la amenaza y hasta el crimen en el despliegue del juego amoroso. Cuando cerramos el libro, quedamos a la par desconcertados y convencidos, lo que yo llamaría el efecto Marías. De lo que no cabe duda es de que salimos sacudidos por una incursión a cuerpo limpio en un territorio irremediable que no admite visitas programadas...

Tres novelas, tres perspectivas, tres estilos y seguimos en la brecha. Me refiero a quienes, por esperanza o desesperación, aún no nos cansamos de la leyenda del amor.

FERNANDO SAVATER

El País, 3 de mayo de 2011

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