miércoles, 18 de diciembre de 2013

El insulto. Marcus Pucnik

El insulto no es nuevo. En la década de los 90, la comparación entre Cataluña y los nuevos estados ex yugoslavos derivaba en una equiparación de España con Yugoslavia, y esto significa poner democracia y dictadura al mismo nivel. Representa un desprecio hacia España, y un insulto a todos aquellos que lucharon por la democracia en Yugoslavia, entre ellos mi padre, quien pagó su compromiso por la libertad con prisión y exilio. Por lo tanto, es un insulto que me tomo de manera personal.

Hay situaciones que son simplemente incomparables. Trabajando como reportero, no me arriesgaba la vida en Bosnia porque ésta sufriera algún "expolio fiscal". Y nunca olvidaré esa manifestación pro Bosnia en 1992, cuando marchábamos por las Ramblas de Barcelona y de repente, al pasar al lado de unos policías nacionales, unos jóvenes de ERC gritaron: "¡Los polis son serbios!". ¡Qué vergüenza ajena!
Han pasado más de 20 años, y el insulto no ha ido a menos, sino todo lo contrario, tanto en calidad -ya no insultan sólo los cachorros descerebrados, sino el mismo presidente de la Generalidad cuando invoca a Martin Luther King- como también en cantidad: van añadiendo más y más países y gentes a la lista. Nelson Mandela no está enterrado aún, y ya nos quieren hacer creer que libertad significaba lo mismo en Sudáfrica que hoy en Cataluña, y que "luchar contra leyes establecidas" de un Estado dictatorial es lo mismo que vulnerar las leyes de otro, democrático. En la web del colectivo Freecatalonia usan dos fotos de Mandela como reclamo para la frase: "I'm Catalan I love freedom".
Inolvidable también la historia de cómo conseguió Alfred Bosch el visto bueno de Gandhi, King y Mandela para encabezar la lista de ERC en las últimas elecciones generales. Le llegó la oferta por móvil cuando se encontró en el museo Tussauds, y las figuras de los tres ilustres le hacían que sí con la cabeza. Un clásico es la comparación entre los catalanes y los judíos amenazados por los nazis. Sirva como ejemplo lo que dicen dos entrevistados en el documental de Sobirania i Progrés "Spain's Secret Conflict", el escritor Matthew Tree (minuto 17:13) y el historiador Josep M. Solé i Sabaté (minuto 28).
Seguramente la comparación entre catalanes y judíos más contundente vino estos días de Santiago Espot, para quien Cataluña es como "el ghetto de Varsòvia". No es sólo casualidad que el filósofo Josep M. Terricabras sea candidato de ERC en las próximas elecciones europeas, aquel señor que habla de un "genocidio cultural". Esta manera de pensar, desde este insulto repetido mil veces, enlaza en una linea directa con el simposio"Espanya contra Catalunya".
En el lado positivo, no siempre abusan de los que sufrieron prisión, tortura o asesinato. A veces hacen reir, y mucho. Así es con la famosa frase de Artur Mas cuando dijo que"somos los alemanes de España". Se rie aquí mi parte alemana, porque una de las cosas que apreciamos los alemanes es el Estado de derecho, principio al que los nacionalistas catalanes reverencian profundamente. Es por eso que David Fernàndez llamó a la Alemania nazi un Estado de derecho, y Mas declaró que las dictaduras también tienen leyes. La ignorancia es total, así que por favor no se comparen conmigo y los míos. Me provoca urticaria.
Como no puede ser de otra manera, la palma se la lleva Pilar Rahola. Este personaje que acumula más y mejores títulos académicos que Joana Ortega añadió en una sola frase a los kurdos, los palestinos, los armenios y a "cualquier colectivo que lucha en alguna selva amazónica" a la lista de insultados.
Aquí no se escapa nadie. ¿Violencia de género? Cataluña es la mujer rubia maltratada por el señorito español y narizón.(¡Vaya estereotipos!, me suenan). Xavier Sala i Martíncomparte este punto de vista. Hablando de matrimonios, más vale ser gay que catalán. Los gays se pueden casar aunque, según Mas, la Constitución "lo niega taxativamente". ¿Ha sido usted víctima de algún abuso o crimen? Quédese pendiente del telediario, seguro que pronto un nacionalista catalán lo homenajeará con un "¡nosotros también!", y si tiene suerte le regala un llavero con estelada.
Estas frivolizaciones indican dos cosas. Primero, que quien las usa no puede presumir de ser culto ni educado, y segundo, que está seguro de que su audiencia lo es aún menos. Arturo Pérez-Reverte lo acaba de decir con claridad: "El independentismo también es un problema de educación. A un pueblo poco educado, acrítico y sin lucidez intelectual se le manipula fácilmente". No nos engañemos, estas desvergonzadas comparaciones tan insultantes para tantas y tantas víctimas tienen finalidad política. Y en este caldo de cultivo crece un populismo que en tiempos de crisis económica es sumamente peligroso.
Aquel que se siente víctima busca a un culpable. El nacionalismo le ofrece un enemigo. Cuanto más esta persona se vea en apuros por el desempleo u otras adversidades, más le quiere hacer pagar por ello. Y cuánto más se sienta en posesión de la verdad y una causa justa, con tanto más fervor buscará al enemigo no sólo lejos, sino cada vez más cerca, en su población, su calle y su vecindario. En Cataluña, los enemigos del pueblo están siendo señalados. No tengo duda de que a mi también me ponen en esta categoría. 

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