martes, 8 de marzo de 2016

¿En tu moral o en la mía?

Escribo esto de parte de mi amigo P. (amigo masculino, ojo, nótese).
"¿Qué moral aplicamos a esto? ¿La tuya o la mía? Lo digo porque si vamos a follar, que follamos y bien, o si vamos a hacer el amor, como te gusta decir a ti, lo que no tiene sentido es que me vengas luego con cuentos. Que me quieres pero no puede ser, que no quieres traicionar a nadie, que... ¿Que qué? ¿Te he pedido yo algo? No, ¿verdad? Pues no me sueltes tu culpa".

"Diles a las casadas y a los casados, a los emparejados en general, que no se monten pelis de amores imposibles, mala suerte y bad timing. Diles que el divorcio es legal y el sexo también. Diles que el amor es libre o no es. Diles que la renuncia y la omisión son formas de elección...".
"...Diles que es su puto problema si se quieren acostar con alguien más y son correspondidos en el deseo. Diles, por favor, que si es que sí, que lo disfruten, y si es que no, y es que no por culpa, están haciendo el gilipollas, porque la traición ya la tienen instalada en el discurso...".
"...Diles que se lo hagan mirar, que no se puede desear sólo lo que no se tiene. Díselo tú porque se lo tiene que decir alguien. Que entre la gente que no sabe estar sola y la gente que no sabe estarse quieta, los solteros nos vamos rompiendo el corazón y el sexo en cada esquina. Y, hombre, nos gusta, nos gusta querer y nos gusta follar, pero tampoco es eso, que ni somos masocas ni nos aburrimos tanto...".
Todo esto nos lo cuenta P. a Juan, a Xevi y a mí en una cena en Casa Hortensia. Y como tiene toda la razón, y lo cuenta bien, y la merluza está rica, le dejamos terminar y aquí se queda: ya está dicho.

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