domingo, 6 de noviembre de 2016

La alimentación en alta mar.

Antiguamente uno de los problemas más complejos en los barcos era la alimentación de sus tripulaciones y, también, causa de gravísimos problemas de salud.
Los alimentos frescos se agotaban rápidamente y para los viajes largos era necesario embarcar animales vivos.
Sobre las cubiertas a bordo se agolpaban jaulas de aves de corral (patos, gansos, pavos, gallinas), muchas de las cuales morían del llamado mal de mar.
El pan era otro de los alimentos más demandado, un tipo de pan sin levadura que se cocía por segunda vez para conseguir que durase más. Una vez elaborado el bizcocho adoptaba la forma de láminas para su fácil almacenamiento, y por eso se le denominaba galleta o bizcocho. La dotación compartía sus galletas con ratas, gusanos y gorgojos. Así, bromeando los marineros llamaban boteros a los gusanos, en el sentido de que la galleta era el bote y las larvas serían sus tripulantes.
Un pescado muerto
Para evitar en parte que los gusanos llegasen a las galletas -estibadas en barriles y en sacos para su transporte durante la navegación-, en los barcos se ponía un pescado muerto sobre un recipiente encima de aquellos, y cuando el pescado estaba ya invadido de insectos, se tiraba al mar y se sustituía por otro.

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