miércoles, 9 de mayo de 2012

Whatsapp


Neur-Al caminando pendiente del móvil.
Con la proliferación de los contratos de tarifa plana de datos de las operadoras de telefonía móvil, se ha extendido también el uso de aplicaciones tipo chat para dispositivos móviles como Whatsapp. Para el que no lo conozca se trata de…bueno, es como Skype, donde los contactos son todos aquellos que tienes en la agenda y usan esta aplicación. Los mensajes son gratis si tienes una tarifa plana o conexión WiFi. Pero tiene dos características (o pegas, según se mire) que han hecho que veamos comportamientos que pensábamos que se habían extinguido después del boom de los sms. La primera pega es que los mensajes parece que salen gratis. Son gratis si estás conectado a una red WiFi (si estás pagando la tarifa plana ya no están tan gratis, eh). La segunda es que puedes saber si la otra persona está conectada y si ha recibido el mensaje. Como es gratis, una conversación por Whatsapp se puede alargar mucho. Te puedes tirar 3 horas escribiendo mensajitos para un tema que podría cerrarse en una llamada de 5 minutos. Lo peor es cuando haces vida social en real (fuera de Internet, que también se puede) ves que uno está enganchadísimo,  escribiendo mensajes sin parar, abstraído totalmente, mirando al móvil esperando la ansiada respuesta, pasando de los demás. Incluso, ha habido casos de gente que ha ido a un bar con los colegas y después de dos horas se ha ido sin haber cenado y ¡sin  haber leído la carta siquiera! por estar dándole al pulgar. Bueno, tal vez exagere un poco, pero está claro que atrapa a la gente. Y es que claro, la segunda característica tiene como consecuencia que te sepa mal no contestar: como el otro sabe que has recibido el mensaje, si no le contestas, pensará que pasas de él.
Total, que nos tiene atrapados. He de confesar que soy usuario de Whatsapp y alguna vez me he visto andando por la calle con el móvil escribiendo mensajitos, que alguna vez no me he dado con una farola de milagro.
Es un hecho que las nuevas tecnologías nos ofrecen nuevas formas de comunicarnos con los demás, con gente que está muy lejos o muy cerca también. Van muy bien para no perder el contacto con la gente que no puedes ver. Pero también nos hace peores personas cuando abusamos. La necesidad de relacionarse puede convertirse paradójicamente en no saber convivir, en estar más pendiente de la gente que no está contigo que de la que tienes a tu lado, en falta de respeto y mala educación en algunas ocasiones.

De la Red.

No hay comentarios: