viernes, 26 de junio de 2009

Mil años de poesía europea

Francisco Rico el intenso camino de «Mil años de poesía europea»

Es una historia extensa e intensa. Con un argumento largo, una trama apasionante y unos personajes que no necesitaron ir en busca de autor porque ellos mismos lo eran. Y de los que dejan huella. Gente tocada por la varita mágica de las musas, por los ángeles y arcángeles de la inspiración.
Una historia de diez siglos. Unos actores, todos principales que, por ejemplo, se llamaron, y se llaman todavía en sus versos: Gautier de Châtillon, Dante, Petrarca, Garcilaso, Lope, San Juan de la Cruz, Milton, Goethe, Byron, Verlaine, Machado, Juan Ramón, Ungaretti, Eliot, Éluard, Dylan Thomas... Así hasta setenta y cinco. Una historia secular, un título imprescindible: «Mil años de poesía europea (Backlist / Planeta), un guiñol de endecasílabos, versos libres, alejandrinos, asonantes y consonantes, de cuyos hilos ha tirado el catedrático de Literatura y Académico de la Española Francisco Rico, con la colaboración de Rosa Lentini. Notas introductorias, índice de primeros versos, índice de procedencias y el nombre del traductor a pie de poema redondean el volumen. Por cierto, no hay índice cronológico ya que, como dice el académico, «creo que las antologías son para ir catando, al fin y al cabo una antología es una colección de flores en las que se va libando».
Rico ha desandado este camino de diez centurias para llegar hasta las primigenias y germinales canciones de mujer de la Alta Edad Media («En el principio fue la canción», escribe), y detenerse después ante cada hito, cada mojón, cada cruce de caminos de la lírica y la épica del Viejo Continente, para aparecer después, en compañía de los vates y poetas que hicieron de las letras la vanguardia de la vida, la avanzadilla de los sueños, el retumbar de las pesadillas, el crepitar del corazón y el alma humanos.
Éste es un libro destinado, según sus autores, «a quienes no leen poesía, porque todos sabemos que poesía sólo la leen los poetas, pero... poetas hay infinitos y, por lo tanto, los lectores de poesía son muchos más de los que parecen». Un libro («el mejor», ironiza Francisco Rico, «porque no hay ningún otro así y muy bueno, porque con setenta y cinco grandes poetas era imposible hacerlo malo») hecho «no con doscientos o trescientos nombres, sino sólo con los más grandes, los indudables. Y ofreciendo varias poesías de cada autor, a un ritmo de unas veinte o treinta páginas por poeta», cuyo proyecto comenzó en 1998 y que es también según sus autores, «una antología de buenas traducciones», hecho imprescindible cuando de poesía hablamos. Es más, de «L´Albatros», de Baudelaire, se ofrecen (esto ya es vicio) hasta diez versiones. Porque la traducción, la buena traducción, ya es casi tradición, que no en vano Francisco Rico ha titulado su prólogo «El Pentecostés de la poesía». Pentecostés, cuando los Apóstoles recibieron por la gracia del Espíritu Santo la transfusión de lenguas. Desde entonces, verso a verso, nos vamos entendiendo.

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