viernes, 1 de julio de 2011

Una cualidad poco valorada en política



Cuando se especula sobre las grandes derrotas de los partidos o sobre la pérdida de apoyos de algunos dirigentes, suele tomarse en consideración su falta de respeto por las leyes, la incapacidad para resolver problemas, el fracaso económico, la inepcia negociadora, la corrupción, la vagancia y un montón de elementos realistas, serios y constatables. Nunca, sin embargo, se evalúa un factor que a mi entender es cada vez más decisivo: la estupidez.

Nunca leemos que tal o cual presidente o primer ministro ha perdido las elecciones porque es tonto o que tal partido ha sufrido un desastre porque sus cuadros son una banda de necios. Y sin embargo el que podría llamarse "factor estupidez" me parece a mí que cuenta mucho más que todos los otros juntos.

Así, por ejemplo, Berlusconi perderá el poder con seguridad en las próximas elecciones, pero no será por su incapacidad negociadora, su ineficacia económica, su corrupta alianza con la mafia o sus torpes relaciones con el poder sindical, sino por la inenarrable necedad de su vida privada. Creo que todo el mundo ha podido constatar una y otra vez que este hombre es un perfecto mentecato. Quizás sea el mejor manejando la economía del país, no dudo de que sea el único presidente italiano con capacidad para que le obedezca una tan caprichosa sociedad como la suya, pero a un idiota se le tolera sólo cierto tiempo. Al final, cansa.

Igual sucedió con Clinton, quizás el presidente más competente que ha gobernado en los EEUU de los últimos cincuenta años, pero su lío con la becaria era insufriblemente estúpido, así que a un buen negociador y gestor eficaz como Clinton no se le pudo tolerar tan descomunal imbecilidad. A Kennedy se le toleró todo, incluso que la pobre Marylin cantara como una rana la felicitación del día de su santo, porque entre la becaria y Marylin había un abismo, la primera era tonta y la segunda un personaje de Dostoievsky. Eso salvó al presidente, uno de los peores que han soportado los USA según los comentaristas americanos más dignos de crédito.

Y eso para no recordar escenas que producen un vivo dolor de muelas, como el presidente Yeltsin bailando sobre un escenario con la elegancia de un cerdo borracho y una mirada inyectada en sangre que sólo puede verse en películas españolas muy subvencionadas. ¿Y aquella disparatada viuda de Perón a la que asesoraba un brujo? Resultó excesiva incluso para los argentinos. No menciono a Chaves porque nos puede dar un susto en cualquier momento.

Todo lo cual viene a cuento del último desatino que hemos de soportar quienes en algún momento tuvimos ilusiones socialistas. El superdotado que para pasmo del universo diseñó la "Alianza de las civilizaciones" ha logrado, tras muchísimo esfuerzo, poner a ETA en la alta administración del país vasco.



Félix de Azúa.

29 de junio de 2011

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