martes, 29 de abril de 2014

Iglesia de San Pedro de la Nave

Hoy quiero llevarles a la iglesia de un lugar que ya no existe. Y no, no es un juego de palabras ni un eslogan turístico al estilo de la diputación de turno. Les hablo de una iglesia cuyas campanas repicaron en una población que dejó de aparecer en los mapas y por tanto, de existir.

Tendremos que ir a Tierra del Pan, comarca zamorana de cereales y ríos: el Duero, el Esla, el Valderaduey, el Aliste… En 1904 el pueblo de San Pedro de la Nave todavía existía, estaba, en la vega del Esla, uno de los afluentes más importantes del Duero. En aquel año apareció por allí el historiador

D. Manuel Gómez Moreno que recorría la provincia con el encargo de de preparar el Catálogo Monumental de Zamora y entonces se encontró con la iglesia parroquial de San Pedro de la Nave. El granadino enseguida se dio cuenta de que estaba ante un monumento especial, una iglesia visigoda, tal y como él la definió. Sus primeras notas y fotografías serían fundamentales para el estudio del templo, no imaginan cuánto. El catálogo de monumentos por diversos problemas no sería editado hasta 1927 pero Gómez Moreno dejó plasmado su interés por esta iglesia de San Pedro en el estudio que publicó de la misma en 1906 en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. Esa publicación haría que desde Bellas Artes se hicieran todos los informes favorables y el 22 de abril de 1912 la iglesia del pueblo de San Pedro de la Nave fue declarada monumento nacional.

La vida en el pueblo continuó apaciblemente, con un monumento nacional, sí, pero apaciblemente. La tranquilidad se truncó el 24 de agosto de 1926. Ese día, mediante real decreto, le concedió a la Sociedad Hispano Portuguesa de Transportes Eléctricos (Saltos del Duero) el aprovechamiento de todo el río Duero y sus afluentes. Sus afluentes, el Esla. San Pedro de la Nave estaba, como les dije, entre los ríos Malo y Aliste y a orillas del Esla, a unos veinte kilómetros de Zamora. Es más, San Pedro de la Nave se encontraba en el paso natural del río, paso que había sido usado durante siglos por los peregrinos que acudían a Santiago por el llamado camino mozárabe. El primer proyecto de la Sociedad Saltos del Duero: embalsar el Esla justo en esa zona. Por eso el pueblo de San Pedro de la Nave ya no está en el mapa. Se encuentra bajo las aguas del embalse del Ricobayo junto a otros pueblos como La Pueblica, Losacino y San Vicente del Barco. ¿Y qué ocurrió con la iglesia visigoda, la iglesia de los siglos VII-VIII según Gómez Moreno y dedicada a San Julián y Santa Basilisa? Digamos que ocurrió un milagro, un milagro en forma de artículo 15:

Artículo 15. El concesionario queda obligado a trasladar al lugar que le ordene el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, o sus Delegados, el templo visigodo de San Pedro de la Nave, declarado monumento nacional por Real orden de 22 de abril de 1912, ateniéndose para hacer el traslado a las órdenes e instrucciones que por dicho Ministerio o sus Delegados se le comuniquen, y siendo de cuenta del concesionario la adquisición de los terrenos para el nuevo emplazamiento del templo citado; pero una vez verificado el traslado y la recepción por el repetido Ministerio o sus Delegados, el terreno en que está emplazado el templo en la actualidad quedará de propiedad del concesionario, aunque serán del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes todos los objetos que en cualquier tiempo se encontrasen en citado terreno, quedando el concesionario, respecto al particular, sujeto a la legislación que rija en la época en que se realizaran los hallazgos.

El valor de expropiación de los terrenos a los a los que se ordene hacer el traslado de ese templo visigodo deberá ser, aproximadamente, igual al de los terrenos en que hoy está instalado.

Este es el artículo 15 de ese real decreto. Gracias a él la empresa Saltos del Duero quedó obligada a salvar la iglesia. Mucho tuvo que ver en esto el empeño de D. Severiano Ballesteros, director del museo provincial de Zamora, que desde 1919 venía haciendo peticiones formales para que se impidiese la construcción del pantano ya que era un proyecto del que se venía hablando muchos años. El 4 de julio de 1930 Bellas Artes, dirigida entonces por Gómez Moreno, encarga el trabajo de salvaguarda del monumento al arquitecto Alejandro Ferrant. Se barajaron varios métodos para hacerlo. Incluso se llegó a proponer acomodar la iglesia en una plataforma de hormigón que hiciera como balsa, llenar el embalse y dejar que de este modo que la iglesia «navegase» así, enterita, hasta el lugar elegido para su emplazamiento, o protegerla de las aguas por un muro. Afortunadamente estas ideas fueron desechadas. Imaginen dónde estaría el templo ahora. La iglesia sería desmontada, piedra a piedra, sillar a sillar, friso a friso, capitel a capitel, basa a basa. Piedras numeradas y trasladadas. ¿Trasladadas a dónde? Pues tras un acalorado debate que incluyó la opción de llevar la iglesia al Castillo de Zamora y que enfrentó a los dos periódicos de la ciudad se decidió, de acuerdo con el alcalde de San Pedro de la Nave, dejarla en El Campillo, población que distaba 1,5 km de San Pedro y donde no había templo. Siempre los habitantes de El Campillo habían acudido a la iglesia de San Pedro de la Nave, ahora la iglesia iría a ellos. Dos años de trabajo y cien mil pesetas de la época después, en 1932, la iglesia de San Julián y Santa Basilisa se hallaba sana y salva en El Campillo y ya siempre sería «la iglesia de San Pedro de la Nave», el pueblo que no volvería a aparecer en ningún mapa.

Publicado por Silvia Castellanos en Jot Down

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