viernes, 3 de abril de 2009


La Venecia del siglo XVIII vivía inmersa en una decadencia política, económica y social. Paralelamente, asistía a su época de apogeo en el apartado artístico, recuperando la gloria alcanzada durante el 'Cinquecento' por Tiziano, Tintoretto o Veronés. Dos siglos más tarde, eran los pinceles de Canaletto, Ricci o Tiépolo los que devolvían su esplendor a la pintura veneciana. Hasta el próximo 7 de julio, la exposición 'Settecento Veneziano. Del barroco al neoclasicismo', organizada por la Fundación Banco Santander y acogida en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (C/ Alcalá, 13. Madrid), muestra 52 lienzos de aquel siglo de prodigios y convulsiones en el Véneto.


Canaletto, Guardi, Bellotto, Tiépolo, Ricci, Zuccarelli... Los artistas más importantes de aquel periodo se dan cita en esta exhibición que reúne gran cantidad de obras inéditas en España. La mitad de ellas ni siquiera había salido nunca de Italia. Hablamos de una de las exposiciones más completas sobre pintura veneciana jamás realizada en nuestro país



Los cuadros incluidos en la muestra abarcan una amplia variedad temática: desde la pintura figurativa o religiosa hasta las obras mitológicas, pasando por los lienzos equivalentes a una crónica de la vida social. Tampoco puede olvidarse el apartado consagrado a los paisajes y 'vedute' (vistas urbanas, a gran escala y detallistas al milímetro)

La exposición revela la preocupación que tenían los pintores venecianos de la época por percibir las transformaciones de la luz y el color. Su atención a la hora de captar lo singular, anecdótico y cotidiano les permitió alcanzar un desarrollo inédito en la pintura veneciana del XVIII.


En el 'Settecento', los pintores venecianos reinventan las técnicas y las composiciones, se produce un ligero cambio en el gusto por la temática religiosa y de enaltecimiento de la República a favor de una temática arcádica en donde el hombre, y especialmente la mujer, adquieren un papel crucial.
Tiépolo viajó a España, acompañado de sus dos hijos Lorenzo y Giandomenico, para ejercer como pintor de corte de arlos III. En Madrid pintó los techos del Palacio Real y fue nombrado profesor de anatomía de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que con esta muestra recupera al gran artista veneciano

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