viernes, 25 de septiembre de 2009

Poesía. Mario Benedetti

Te Espero


Te espero cuando la noche se haga día,


suspiros de esperanzas ya perdidas.


No creo que vengas, lo sé,


sé que no vendrás.


Sé que la distancia te hiere,


sé que las noches son más frías,


Sé que ya no estás.


Creo saber todo de ti.


Sé que el día de pronto se te hace noche:


sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,


sé que soy un idiota al esperarte,


Pues sé que no vendrás.


Te espero cuando miremos al cielo de noche:


tu allá, yo aquí,


añorando aquellos días en los que un beso marcó la despedida,


Quizás por el resto de nuestras vidas.


Es triste hablar así.


Cuando el día se me hace de noche,


Y la Luna oculta ese sol tan radiante.


Me siento sólo, lo sé,


nunca supe de nada tanto en mi vida,


solo sé que me encuentro muy sólo


, y que no estoy allí.


Mis disculpas por sentir así,


nunca mi intención ha sido ofenderte.


Nunca soñé con quererte,


ni con sentirme así.


Mi aire se acaba como agua en el desierto.


Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.


Mi esperanza de vivir eres tu,


y no estoy allí.


¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,


¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?


Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.


Porque todas las noches me torturo pensando en ti.


¿Por qué no solo me olvido de ti?


¿Por qué no vivo solo así?


¿Por qué no solo...





Ausencia de Dios


Digamos que te alejas definitivamente


hacia el pozo de olvido que prefieres,


pero la mejor parte de tu espacio,


en realidad la única constante de tu espacio,


quedará para siempre en mí,


doliente,persuadida, frustrada, silenciosa,


quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,


tu corazón de una promesa única


en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.


Después de ese dolor redondo y eficaz,


pacientemente agrio, de invencible ternura,


ya no importa que use tu insoportable ausencia


ni que me atreva a preguntar si cabes


como siempre en una palabra.


Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche


desgarradoramente idéntica a las otras


que repetí buscándote, rodeándote.


Hay solamente un eco irremediable


de mi voz como niño, esa que no sabía.


Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza


no tener oración para morder,


no tener fe para clavar las uñas,


no tener nada más que la noche,


saber que dios se muere, se resbala,


saber que dios retrocede con los brazos cerrados,


con los labios cerrados, con la niebla


,como un campanario atrozmente en ruinas


que desandara siglos de ceniza.


Es tarde. Sin embargo yo daría


todos los juramentos y las lluvias,


las paredes con insultos y mimos,


las ventanas de invierno, el mar a veces,


por no tener tu corazón en mí,


tu corazón inevitable y doloroso en mí


que estoy enteramente solo


sobreviviéndote.



Mario Benedetti

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