viernes, 29 de mayo de 2009

Gerardo Diego


SUCESIVA


Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.




Río Duero, río Duero, /nadie a acompañarte baja; /nadie se detiene a oír /tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde, /la ciudad vuelve la espalda. /No quiere ver en tu espejo /su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes /entre tus barbas de plata, /moliendo con tus romances /las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra /y los álamos de magia /pasas llevando en tus ondas /palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú, /a la vez quieto y en marcha, /cantar siempre el mismo verso /pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero, /nadie a estar contigo baja, /ya nadie quiere atender /tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados /que preguntan por sus almas /y siembran en tus espumas /palabras de amor, palabras.
Gerardo Diego Cendoya, Santander, 3 de octubre de 1896Madrid, 8 de julio de 1987

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