lunes, 12 de enero de 2009

Tintín


Se cumplen 80 años de 'Tintín en el país de los Soviets'. Jóvenes y menos jóvenes recuerdan al personaje. No todos han leído sus aventuras pero nadie ignora su existencia ni la de sus amigos: Milú, el capitán Haddock, el profesor Tornasol... Tintín protagonizó desde 1929 hasta 1976 un total de 24 álbumes que han sido llevados al cine y traducidos a 40 idiomas.

La primera aventura
'Tintín en el país de los soviets' fue la primera historieta oficial del aventurero periodista. Publicada originalmente entre el 10 de enero de 1929 y el 8 de mayo de 1930 en 'Le Petit Vingtième', el suplemento juvenil del diario católico belga 'Le Vingtième Siècle', esta primera aventura del 'rubiales' aparece a un ritmo de unas dos páginas por semana. A pesar de ser la primera, no por ello es la menos peligrosa: Tintín tiene que enfrentarse a los bolcheviques con todas sus fuerzas. Después de su viaje a la Unión Soviética, Tintín partirá al Congo, de donde regresará también triunfal para comenzar así su proyección internacional.

A pesar de las simples facciones con que Hergé dio forma a Tintín, nada tienen que ver con el carácter osado, valiente y con cierta capacidad para meterse en líos que el joven reportero ha demostrado aventura tras aventura. Astuto, amable y defensor de las causas perdidas, la curiosidad del famoso periodista le ha llevado a viajar por los lugares más recónditos del mundo junto a su fiel amigo Milú.

La ecuación perfecta
Son inseparables, no pueden vivir el uno sin el otro y cuando uno falta, la mesa se queda coja. En los 24 álbumes que Hergé nos regaló, estos dos geniales amigos no se han separado ni siquiera para viajar a la Luna —Milú tuvo su propio traje de astronauta—. La inteligencia, simpatía, fidelidad e ingenio del foxterrier le han convertido, aventura tras aventura, en la criptonita de nuestro héroe. Es, sin duda, la debilidad de Tintín, y viceversa. Su relación, mucho más lejos que la del simple amo con su perro, está basada en la confianza y la ayuda mutuas. Ambos se necesitan, pese a que en alguna ocasión los defectos de uno y otro les crispen.

Los amigos de Tintín
Además de Milú, Tintín se rodeó a lo largo de sus viajes de los más estupendos y fantásticos amigos que un héroe del cómic pueda desear. Un poco locos —pero quién no lo estaría entre tanto misterio y aventura—, el capitán Haddock, el profesor Tornasol, Tchang Tchong-Jen y otros cuantos más, han acompañado —y en alguna ocasión provocado— en sus innumerables aventuras a Tintín, quien ha sabido valorar su amistad y no ha dudado en poner en peligro su vida por ellos.

La última (terminada)
Se trata del vigésimotercero y último de los álbumes de 'Las aventuras de Tintín' publicados por Hergé y terminado. Aunque en un principio su título iba a ser 'Tintín y los bigotudos' su autor finalmente se decidió por darle un toque más irónico cambiando los bigotudos por los pícaros. Sin duda, se trata de la aventura que más se aleja de las características típicas de Tintín. Cambia sus más que gastados pantalones bombachos por unos modernos tejanos, practica yoga y aparece con un casco con un símbolo hippie. Por cierto, y para los amantes más enamorados de Tintín, es en ésta donde, por primera y única vez, se conoce el nombre del capitán Haddock. Habrá que leerlo...

La historieta sin final
Hergé no pudo disfrutar del éxito de la que es la última aventura de su famoso personaje: 'Tintín y el Arte-Alfa'. Trabajó en ella hasta su muerte y fue publicada de forma póstuma (a pesar de no estar completa) en 1986 por Casterman, junto con 'La Fondation Hergé'. Sin embargo, 18 años después la curiosidad de Tintín volvió a picar, y en 2004 se publicó una nueva edición con más agregados. La aventura te deja con el corazón en vilo. No se sabe qué pasa con nuestro reportero, ya que la historia termina con una viñeta en la que los malos se llevan a Tintín apuntándole con una pistola por la espalda. ¿Se salvó Tintín o por primera vez le abandonó la suerte y llegó su final?

Aventuras en estado puro
Nadie duda de la adrenalina que se puede llegar a descargar con una de las aventuras de Tintín. Sin embargo, a partir de 'Los cigarros del faraón' el relato policíaco y el fantástico penetran en un mundo que hasta ese momento sólo conocía la aventura en estado puro. Tintín ya no está solo y comienzan a aparecer muchos de los personajes que le acompañarán en sus hazañas como los hermanos Hernández y Fernández o su archienemigo Roberto Rastapopoulos.

El amigo Tchang
«En el momento de 'El Loto Azul' descubrí un mundo nuevo. Hasta entonces para mí, la China estaba poblada de seres imprecisos (...) Descubrí una civilización que ignoraba completamente». Así explicó Hergé su contacto con la civilización asiática en la aventura de 'El Loto Azul', y en especial con el joven chino Tchang Tchong-Jen. Todo el trabajo de Hergé se transformará a partir de entonces. De ahí que convierta a Tchang en uno de los personajes de la historia, pero no en uno cualquiera, sino en el mejor amigo que Tintín jamás ha tenido, el único que consiguió hacer llorar al imperturbable reportero. Ya en la realidad, la amistad de Hergé con Tchang, al igual que la de los personajes de ficción, supuso que el dibujante comenzara a interesarse por los problemas del colonialismo, en especial por los referentes a China.

Los tesoros
En todas las aventuras de Tintín siempre aparece un objeto característico que da significado e ilustra el porqué de la insistencia del reportero por investigar hasta el final. El cohete de 'Aterrizaje en la Luna'; el cetro que Tintín y su inseparable Milú buscan hasta la extenuación en 'El cetro de Ottokar' o los característicos puros de 'Los cigarros del faraón'. La vestimenta de los personajes, sus diálogos y su implicación en la trama les otorga de un carácter único: la gabardina de Tintín, el jersey azul del capitán Haddock, los bombines de Hernández y Fernández o el hueso que siempre ansía Milú.

Coches de lujo
En sus 24 aventuras, Tintín ha utilizado —y destrozado— infinidad de vehículos, desde bicicletas, barcos, motocicletas... Pero, sin duda, ha sido el coche el que más veces ha servido al reportero para desplazarse por el mundo. Coches de todo tipo como un Citröen, un Cabriolet descapotable, un Dodge azul o una limusina, fueron los elegidos por Hergé para que su fiel compañero ilustrado recorriera el mundo.

Curiosidades y anécdotas

Un único artículo

La residencia del capitán Haddock, inspirada en el castillo de Cheverny. (Montaje: AFP)
Tintín es periodista, pero sólo escribe un único artículo a lo largo de todos los álbumes. Ocurre en un interminable viaje en tren hacia el País de los Soviets. Lo dobla y lo introduce en un sobre, pero nunca lo envía.
El rastro de Moulinsart
El castillo de Moulinsart, lujosa residencia del capitán Haddock desde 'El tesoro de Rackham el Rojo', debe su nombre a la ciudad belga Sart-Moulin. Sin embargo, sus jardines y su fisonomía imitan al barroco castillo de Cheverny. Todavía hoy, la Fundación Hergé conserva el folleto turístico del castillo en el que el dibujante garabateó las siluetas de Tintín y Haddock. Hoy Cheverny es gracias a su dueño, el marqués Anoine de Vibraye, un paraíso para 'tintinófilos'. Se puede contemplar en su cripta el tesoro de Rackham el Rojo, la habitación del joven reportero y hasta asistir a una demostración en toda regla del Tryphonar Supercolor, el excéntrico y revolucionario televisor del profesor Tornasol.
El origen del perro
Milú es junto a Tintín el único personaje que aparece en todos los álbumes. Se trata de un foxterrier altivo, algo egoísta y aficionado al whisky. Hergé lo bautizó así para vengarse de una novia que le dio calabazas. No sabemos mucho de ella: se llamaba Milú y tenía los pechos grandes.
Marketing periodístico
La popularidad del joven reportero desbordó las expectativas desde los primeros álbumes, que se vendían por entregas con 'Le petit Vengtième'. Fue tal el fenómeno que tras la última entrega de 'Tintín en el Congo' el periódico organizó lo que llamó 'la llegada de Tintín a Bruselas'. Montó en un tren a un adolescente rubio y a un foxterrier blanco de carne y hueso y les preparó un recibimiento ficticio en la estación de ferrocarril de Bruselas al que acudieron decenas de miles de personas.
La estela del 'National Geographic'
Hergé nunca fue un viajero. Sólo en los años 70, ya sesentón y multimillonario, se decidió a visitar algunos de los lugares por los que su héroe había transitado. Esto no quiere decir que sus aventuras no estén perfectamente documentadas. Sus carencias viajeras las suplía suscribiéndose al National Geographic, empapándose de los reportajes gráficos de París-Match y guardando como tesoros fotos, artículos, anuncios en un impresionante archivo que aún hoy conserva la fundación que lleva su nombre. Tres ejemplos. El fetiche indio que desencadena la trama de 'La oreja rota' no es sino la reproducción exacta de una estatuilla precolombina que se halla en un museo de Bruselas. El esqueleto de dinosaurio al que Milú le roba un hueso en 'El cetro de Ottokar' es casi un calco de una fotografía del Museo de Historia Natural de Berlín que se conserva en los archivos del dibujante. Y la erupción del volcán indonesio en 'Vuelo 714' reproduce fidedignamente la erupción del Etna según la recogieron los fotógrafos del National Geographic.
De todas formas, Hergé no siempre acertaba. Acusado por uno de sus lectores de haber dibujado en 'La estrella misteriosa' un barco incapaz de mantenerse a flote, Hergé revisó y perfeccionó aún más sus archivos náuticos y llegó incluso a encargar maquetas de las naves, incluido el cohete de 'Aterrizaje en la luna'.
¿Personajes reales?
Griego, millonario y seductor de sopranos, Rastapopoulos no es Onassis ni Castafiore la Callas, pero no hay duda de que Hergé sacó a pasear el sarcasmo al colocarlos juntos. Y el naviero y la prima donna no son una excepción. Los álbumes de Tintín esconden cientos de referencias históricas y personajes reales bajo identidades falsas. Así, el general Olivaro de 'La oreja rota' es un trasunto del libertador Bolívar. Como lo es de Hitler y Mussolini el general Müsstler, siniestro dictador de Borduria en 'El cetro de Ottokar'. Si para trazar el perfil del travieso Abdalá Hergé toma el modelo de Faisal II, el rey niño de Irak, para Silvestre Tornasol se basa en Auguste Piccard, científico suizo que comparte con él cuello de tortuga y desaliño indumentario. Piccard estableció récords de inmersión submarina con un batiscafo similar al que utiliza Tintín en 'El tesoro de Rakham el Rojo' y, como Tornasol, se interesó antes que cualquier otro por las posibilidades de los vuelos extra-atmosféricos. Por último, en cuanto a Hernández y Fernández (Dupont y Dupond en el original) sólo diremos que el padre y el tío de Hergé, hermanos gemelos, solían salir a pasear juntos por los bulevares de Bruselas con bombín y bastón.
Álbumes mutilados
Las aventuras de Tintín han sido en muchas ocasiones víctimas de la corrección política. Los editores británicos, por ejemplo, exigieron a Hergé que retirara cualquier referencia a los grupos terroristas sionistas de 'El país del oro negro'. Se trataba de hacer negocio en el floreciente mercado del recién creado Estado de Israel. Por su parte, los americanos le obligaron a retocar la edición estadounidense de 'El cangrejo de las pinzas de oro' porque un capitán blanco y un marinero negro aparecían hablando en la misma viñeta. Demasiado para la América de la segregación racial.
El amigo chino
Era chino, escultor y estudiaba en Lovaina. Se llamaba Tchang Tchong-Jen y protagonizó una historia conmovedora. Todo empezó con la carta de un cura. El padre Gosset, capellán de los alumnos chinos de la Universidad de Lovaina, invitaba al joven Hergé a charlar con sus pupilos antes de enviar a Tintín al Extremo Oriente. Hergé lo hizo y conoció a Tchang, un joven de su misma edad (27 años) con el que enseguida congenió. Tchang le abrió la puerta a Hergé de la fascinación por China y a cambio él creó un personaje con su nombre, el del pequeño niño chino que sale al paso de Tintín en las páginas de 'El loto azul'.
Pero Tchang sale de la vida de Hergé tan de golpe como aparece. Regresa a su país y le pierde la pista. Durante décadas no sabe nada de él. Su estela sólo reaparece en sus dibujos a finales de los 50, en 'Tintín en el Tíbet', con el dibujante en plena tormenta existencial. Y sin embargo, por uno de esos milagros inexplicables, a mediados de los años 70 Hergé se entera por medio de un tercero de que su amigo es ahora el presidente de los artistas de Shanghai y reanuda con él una relación epistolar. Sólo dos años antes de la muerte del dibujante, en 1981, Tchang y Hergé se reencuentran ante la prensa. Como fondo, la reproducción de una viñeta en la que Tintín abraza a su amigo chino. ¿Quién dijo que la ficción y la realidad son cosas distintas?

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